En el Concejo Distrital se discute el presupuesto 2026 de Cartagena, uno histórico que asciende a $4,5 billones, de los cuales $3,5 billones corresponden a inversión y más de un billón proviene de libre destinación. Esta cifra representa una oportunidad decisiva para que la ciudad avance hacia un modelo de desarrollo más equitativo, sostenible y con enfoque de derechos, siempre que la inversión logre responder a las necesidades reales de los territorios y de las comunidades que los habitan.
En materia de seguridad, la Secretaría del Interior concentra más del 80% de sus recursos en el Plan Titán 24, destinado principalmente a logística, adecuación y dotación de la fuerza pública, mientras solo un 3% se dirige a programas sociales. La atención a jóvenes en riesgo, por ejemplo, apenas cuenta con 800 millones de pesos, una cifra simbólica frente al tamaño del problema. Este enfoque deja ver que la ciudad sigue entendiendo la seguridad como control y no como prevención, cuando en realidad debe construirse desde las oportunidades, el empleo y la presencia institucional en los barrios.
En lo ambiental, la deuda sigue siendo enorme. La economía circular y los negocios verdes solo cuentan con 506 millones, y las fuentes no convencionales de energía sostenible con 208 millones, montos mínimos frente a la emergencia climática. En una ciudad que se inunda cada año y donde los barrios más vulnerables son los más afectados, la inversión en drenajes pluviales es de apenas $1.800 millones, y aún no hay rastro de la estructuración ni de la formulación del Plan Maestro de Drenajes Pluviales, esencial para solucionar esta problemática estructural. A esto se suma la ciénaga de la Virgen, corazón ambiental y social del Distrito, que solo recibirá $6.639 millones, de los cuales $5.000 millones se usarán en limpieza y remoción de residuos, sin un proyecto de restauración integral ni inversión en los barrios que la rodean. Cartagena debe planificarse en torno a su ciénaga, no de espaldas a ella.
En lo rural, el panorama es igual de limitado: 932 millones para el agro y 121 millones para la pesca, cifras que frenan cualquier avance hacia la soberanía alimentaria. En turismo, la Secretaría mantiene su énfasis en infraestructura, con $5.500 millones para obras de mantenimiento que fortalecen clústeres donde predominan los capitales extranjeros, sin un proyecto claro de turismo comunitario que involucre a las comunidades afro, insulares y rurales en la cadena de valor.
Cartagena requiere inversiones que prioricen lo social, fortalezcan las oportunidades en los barrios y garanticen una gestión ambiental coherente con los desafíos territoriales de la ciudad. Cartagena necesita un presupuesto que ponga en el centro a las personas, la equidad y la sostenibilidad como pilares de su desarrollo.

