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Columna

Rolando

“Aprendí a querer a Rolando desde el bar de El Suave en la Medellín de los 70. Era el rey del traganiquel y el punto de unión de La Patota…”.

Eduardo García Martínez

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El pasado 27 de agosto Rolando Laserie llegó a sus 102 años de vida, gozando de perfecta salud musical. En verdad, murió en 1998 pero sigue existiendo en el corazón de millones de admiradores y seguidores de su incomparable talento para interpretar canciones de las más disímiles variedades. “El descomponedor” musical lo llamaba Walter Denis, argentino que echó raíces en Cartagena y admiraba a Rolando hasta la adoración. Tal vez porque Laserie “descompuso” un buen número de tangos para llevarlos a su estilo único e imposible de imitar. Las 40, Esta noche me emborracho y Cambalache son tres de los tangos que Rolando convirtió en inmortales interpretaciones con mensajes salidos de las más profundas entrañas sonoras del universo Caribe.

Aprendí a querer a Rolando desde el bar de El Suave en la Medellín de los 70. Era el rey del traganiquel y el punto de unión de La Patota. Nuestro polo a tierra pero también el inicio y el final del aquelarre de la juventud del desenfreno.

El Guapo de la caución me sorprendió aún más hace algunos días, cuando Amaury Muñoz me hizo un regalo sorprendente: Rolando cantando El Polvorete, que en nuestro medio elevó al máximo peldaño de la popularidad la inolvidable Lucy González, la cieguita de Ciénaga de Oro. Laserie no solo le da su inconfundible estilo a este tema, sino que le agrega unos deliciosos componentes de picardía que hacen de la pieza musical un algo inolvidable.

Conocí a Rolando Laserie en Medellín. Después le perdí la pista por mucho tiempo hasta una tarde milagrosa cuando un cartel colocado sobre un poste de la energía, lo anunciaba para un espectáculo musical en Cartagena. Se me revolvieron todas las emociones. No era para menos. Rolando ha sido junto a Ismael Rivera el más claro referente de la música que me apasiona. Escucho sus temas una y otra vez y siempre quiero más de esa energía espiritual.

La última vez que lo vi fue en la Casa del Ritmo, frente al INEM de Cartagena, donde cantó acompañado de los Inéditos de Colombia, junto al “flaco de oro” Celio González.

Hoy he recordado como nunca al guapachoso Rolando Laserie en una cabaña de Puerto Colombia, festejando el cumpleaños de mi entrañable amigo Jairo Solano Alonso, sociólogo, investigador social, melómano, y en compañía del también doctor en Sociología Erick Pernett García, una velada de evocación de La Patota en El Tropicana, el trepidante bar de la calle del Fundungo de aquella ciudad de las querencias donde las flores nunca se marchitan.

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