Transformar un modelo de salud no es una tarea sencilla, necesita tiempo de maduración. Más aún cuando se trata de un sistema que acumuló fallas estructurales durante 34 años, desigualdades regionales y prácticas reprochables que terminaron afectando las finanzas del Fomag, la atención y el bienestar de los docentes y sus familias. Cuando emprendimos el camino hacia un nuevo modelo de salud, sabíamos que los primeros pasos no estarían exentos de dificultades.
Así ha sido desde que se puso en marcha el Acuerdo 03 de mayo del 2024, concertado con el gobierno del cambio, peleado y defendido por los maestros para mejorar su acceso a la salud.
Durante los primeros 16 meses de aplicación, el modelo es sorprendido, y debe soportar y enfrentar una exagerada frecuencia de usos de sus servicios, con carga de enfermedad descomunal y entrega de medicamentos sin antecedentes, producto de la negación de los servicios en el modelo anterior, lo cual incrementó exageradamente el costo médico. Se suma a lo anterior el reconocimiento de altas tarifas en las distintas modalidades de contratación de servicios de salud, situaciones delicadas que había que parar por que amenazaban la estabilidad futura del Fomag. No faltaron velados casos de chantaje, amenazas, saboteos y corrupción.
Se necesitaban acciones firmes, arriesgadas y decisivas. Y se tomaron, para estabilizar el fondo, garantizar la prestación de los servicios de manera oportuna y de calidad, ganar la confianza y recuperar el cariño de los maestros por una entidad y unos derechos que les ha costado grandes jornadas de lucha y sacrificio.
Esa etapa, compleja y costosa, se ha ido superando. Hoy podemos decir que el FOMAG está logrando lo que durante años parecía imposible: construir un modelo sólido, transparente y eficiente, centrado en la dignidad del magisterio colombiano.
A pesar de los esfuerzos realizados en casi 300 días, desde mi llegada a la vice presidencia de la Fiduprevisora, continúan las críticas porque las medidas tomadas afectan los negocios de unos, y porque falta mucho por corregir en la atención a los usuarios.
Sin embargo, aprovecho el espacio para contarles algunos hitos que, con apoyo del Consejo Directivo del Fomag y de Fecode, hemos logrado sacar adelante.
Por primera vez, contamos con una red nacional de prestadores que garantiza atención continua y de calidad en todo el territorio con más de 2500 entre hospitales y clínicas que reemplazaron a los antiguos 10 operadores; es una red territorializada que llega hasta donde están los maestros y les evita viajar menos a buscar atención lejos. Elaboramos un tarifario unificado y aceptado por los prestadores, que asegura equidad y sostenibilidad financiera, permitiendo hacer un ahorro de 100 mil millones de pesos mensuales, para la estabilidad del Fomag, con prestación permanente y de calidad a los beneficiarios. En vez de una, pasamos a cinco firmas auditoras para cuentas médicas, calidad y concurrencia lo que nos permite una vigilancia más cercana y efectiva de los servicios. Estamos construyendo nuestro sotfware libre y ponemos en marcha la historia clinica en línea. incrementamos la contratación con la red publica hospitalaria. Fortalecimos la atención primaria en salud, consolidamos la seguridad y salud en el trabajo. Se alista la contratación por paquetes y PGP para reducir los onerosos contratos por eventos. Acabamos con las autorizaciones para servicios especializados. Hemos blindado los procesos de contratación y facturación, eliminando cobros irregulares y duplicados. Gracias a la gestión oportuna de la Fiduprevisora – FOMAG hemos anticipado los pagos de pensiones y cesantías, evitando miles de demandas por demoras y generando ahorros significativos al Fondo.
Los resultados son tangibles. La transparencia dejó de ser un discurso para convertirse en práctica cotidiana. Porque esta transformación no ha sido solo administrativa. Ha sido, sobre todo, un cambio de enfoque: el FOMAG dejó de ser una entidad distante para convertirse en una institución que escucha, acompaña y responde. Un fondo que trabaja por devolverle al magisterio la confianza perdida y la tranquilidad de contar con un sistema justo.
De resaltar en todo este proceso, el respaldo de Fecode, su comité ejecutivo y los sindicatos, a las medidas que he tomado.
A los docentes de Colombia y a la opinión pública les digo: sí, hubo tropiezos; sí, hubo dificultades y todavía no funcionamos al 100%. Pero el rumbo es el correcto, porque transformar el sistema de salud del magisterio es una decisión de Estado.

