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Columna

La descertificación de Colombia

“La ‘certificación’ de Estados Unidos sobre los esfuerzos antidrogas de Colombia ha sido históricamente una herramienta de presión política y diplomática...”.

José William Porras

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La ‘certificación’ de Estados Unidos sobre los esfuerzos antidrogas de Colombia ha sido históricamente una herramienta de presión política y diplomática, más que un verdadero incentivo para la cooperación:

1. Contexto histórico: la certificación nació en los años 80 como un mecanismo de EE.UU. para evaluar si los países “cooperaban” en la lucha antidrogas. Si un país no era certificado, se le podían suspender ayudas económicas, cooperación militar y beneficios comerciales.

Colombia, como principal productor de cocaína, ha estado siempre bajo esa lupa; pero también ha sido uno de los mayores aliados de Washington en esta lucha, con operaciones conjuntas, extradiciones, y programas como el Plan Colombia.

2. Por qué sería un error descertificar a Colombia.

• Golpearía la cooperación internacional, debilitando la inteligencia compartida y el apoyo logístico que ha sido clave contra los grandes carteles y estructuras criminales.

• Desmoralizaría a las fuerzas de seguridad y a los programas sociales que dependen de esos recursos.

• Fortalecería a los grupos narcotraficantes, que aprovechan el vacío de cooperación y la pérdida de legitimidad del Estado frente a la comunidad internacional.

• Afectaría a las comunidades rurales, que necesitan sustitución de cultivos y desarrollo alternativo, no castigos económicos.

3. El narcotráfico como fenómeno complejo: el problema no se resuelve con certificaciones o sanciones externas. Es un fenómeno económico, social y político, que involucra:

• La pobreza rural y la falta de presencia del Estado.

• La demanda constante en los países consumidores.

• El poder corruptor del dinero ilícito.

Por eso, cualquier política que rompa la cooperación y deje a Colombia aislada, solo beneficia al narcotráfico.

4. Reflexión personal: “Desconocer los esfuerzos de Colombia no debilita al narcotráfico, lo alimenta, porque donde se apaga la cooperación, florece la ilegalidad”.

Colombia ha cargado sobre sus espaldas el peso de una lucha que desangra sus montañas, que devora sus selvas, que tiñe sus ríos con el silencio de los que cayeron creyendo en un mañana sin coca ni pólvora.

Y ahora, se amenaza con negarle la certificación, como si la dignidad de un pueblo pudiera medirse en informes o cifras.

La negación no castigará a los culpables, no tocará los bolsillos del narcotraficante ni cerrará las rutas del polvo blanco.

Golpeará al campesino que busca redención en la tierra, al soldado que vela en la frontera, al joven que aún cree en un país posible.

Porque cuando se apaga la cooperación, florece la sombra.

Donde se retira la mano amiga, el vacío lo llena el crimen.

Los narcos celebran lo que los pueblos lamentan.

La lucha contra el narcotráfico no es de un país contra otro, sino de la humanidad contra su propia avaricia.

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