Bocagrande y Castillogrande, dos de las zonas turísticas del norte de Cartagena, se inundan cada temporada de lluvias y cuando sube la marea. La Alcaldía dice que el problema no solo es la falta de drenajes, sino un diseño urbano obsoleto que agrava el estancamiento del agua.
Por eso, para solucionarlo, el gobierno de Dumek Turbay anunció una renovación urbana y una solución hidráulica, por $168.157 millones, financiados con vigencias futuras hasta 2027. El proyecto contempla “la construcción de sistemas de bombeo, instalación de válvulas de retención, creación de una red de drenaje pluvial, elevación de vías y obras de protección costera”.
Un primer intento de contratación de los diseños definitivos y las obras resultó fallido. La adjudicación estaba prevista para el pasado 9 de octubre, pero terminó desierta porque el comité evaluador distrital concluyó que ninguno de los tres oferentes cumplía con todos los requisitos técnicos, jurídicos y financieros establecidos en los pliegos.
Ahora la contratación será a través de selección abreviada, modalidad prevista en la ley colombiana para adjudicar contratos de forma más rápida cuando un primer intento -a través de una licitación- no resulta exitoso, como ocurrió en este caso.
Para convocar por selección abreviada, el gobierno de Turbay tiene hasta cuatro meses, contados a partir de la fecha en que declaró desierta la licitación.
Pero más allá de los trámites, esta obra millonaria saca a flote una reflexión incómoda sobre cómo se planifica el desarrollo urbano de Cartagena: mientras el Distrito compromete recursos de vigencias futuras para resolver los problemas de drenaje en dos de sus zonas más rentables, en barrios como Olaya Herrera, Nelson Mandela, El Pozón o Las Palmeras -en el sur cartagenero- las inversiones públicas aún están poniéndolos al día en infraestructura básica como calles pavimentadas. Allí no se ven cercanas las soluciones estructurales que resuelvan las inundaciones.
El politólogo Sebastián Blanco lo resumió así, en una de sus recientes videocolumnas: “Hay que preguntarse por qué esa prioridad. En algunos barrios el agua solo te impide cruzar una avenida o molesta tu carro, mientras que en otros las inundaciones desplazan y victimizan a comunidades enteras”.
Y es que Cartagena no ha logrado pasar de la promesa a la acción para mitigar las inundaciones en esas comunidades. En 2017, por ejemplo, el Distrito le contrató a Edurbe los diseños para intervenir varios de los canales de esos barrios, pero la ejecución nunca se dio. En junio volvió a contratarlos, también con Edurbe. Es un primer paso en un camino todavía incierto, pues cuando estén listos, el gobierno de turno tendrá que buscar recursos para su ejecución.
No cabe duda de que la inversión para Bocagrande y Castillogrande -necesaria, sin duda- puede resolver un problema técnico, pero al mismo tiempo es otra muestra del desequilibrio en el desarrollo urbano de Cartagena.