Una mujer muere al caer de un edificio en Torices. Todo queda grabado. El video se comparte, se comenta, se repite. Y así, algunos medios en sus redes sociales lo convierten en contenido ‘noticioso’.
Cada vez que un portal digital o una página de noticias publica videos o fotografías explícitas de un suicidio, contribuye, sin saberlo o sin querer saberlo, al efecto Werther, que describe cómo la exposición irresponsable a este tipo de información puede inducir a la imitación.
Desde los estudios del sociólogo David Philips en los años 70, hasta las guías más recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se ha evidenciado que una cobertura sensacionalista del suicidio aumenta la probabilidad de nuevos casos. El suicidio, recordemos, es un problema de salud pública global que se cobra una vida cada 40 segundos.
Sin embargo, la industria del clic parece ignorar estos datos. La viralidad multiplica el daño, pues un video puede alcanzar a miles de personas en estado de vulnerabilidad emocional, que lo interpretan como una salida o un llamado. La recomendación de la OMS a los medios es la de abstenerse de publicar imágenes, videos o enlaces relacionados con la escena de un suicidio. Tampoco deben detallar el método utilizado, porque esa información solo alimenta el morbo y el riesgo de imitación.
Las noticias sobre suicidio no deben ocupar los lugares más destacados en los portales ni aparecer con titulares que usen directamente la palabra ‘suicidio’. La cobertura responsable lo enmarca dentro del contexto de salud mental y de búsqueda de ayuda, no como tragedia personal ni espectáculo.
Un periodismo preventivo incluye siempre información sobre líneas de atención o recursos de emergencia. Y tan importante como eso es evitar las explicaciones simplistas -“por desamor”, “por problemas económicos”-, porque el suicidio es un fenómeno multicausal que involucra factores biológicos, psicológicos y sociales.
Y ojo, no es censura: es prevención. Lo más grave es que algunos lo hacen amparados en la excusa de la inmediatez o en la idea de que “si está en redes, es público”. No. Lo que circula en redes también puede matar.
Es mejor irse por el camino contrario: el efecto Papageno, que demuestra que una cobertura responsable puede salvar vidas. Contar historias de personas que superaron una crisis e informar sobre servicios de apoyo tiene un impacto protector comprobado. La diferencia entre ambos efectos -Werther y Papageno- es, literalmente, la diferencia entre provocar la muerte o fomentar la vida.
No basta con poner una advertencia de ‘contenido sensible’. La responsabilidad no se delega al algoritmo ni al espectador. Cada periodista digital tiene en sus manos una decisión ética..., porque el periodismo también se mide por lo que decide no mostrar.