Un poco más allá de Las Canoas, en la ruta del mar entre Cartagena y Barranquilla, había un letrero pintado sobre una tabla clavada en un palo de matarratón, que hacía parte de la cerca de un predio medio enmontado en el que se alcanzaba a ver un pequeño rancho construido sin mayores pretensiones. ¡Vayan viendo!, decía la leyenda escrita con pequeñas letras rústicas. Para entonces viajaba con frecuencia a Barranquilla en cumplimiento de mi labor como director de prensa de Telecaribe, y aquel intrigante letrero llamaba mi atención. ¿Qué es lo que quieren que veamos?, me preguntaba una y otra vez.
Con el tiempo los árboles de matarratón fueron creciendo con sus hermosas flores rosadas adornando los veranos, el rancho endeble de la primera mirada se convirtió en una hermosa casa y el predio adquirió la fisonomía de un bien próspero revestido de verde. El letrero de la intriga cambió sus letras minúsculas por llamativas mayúsculas, pintadas de amarillo intenso alrededor de una gran llanta de tractor: ¡VAYAN VIENDO!
Claro, ahí estaba el asunto. El ¡Vayan viendo! no era otra cosa que un llamado de atención a los viajeros para que advirtieran que en ese lugar se comenzaba a dar una transformación. Un cambio basado en el empeño, la confianza, la seguridad y el deseo de quienes estaban detrás de la cerca, que no se conformaban con tener un terreno lleno de hierbas montunas, sino que buscaban algo mucho más llamativo, productivo y esperanzador. Lo lograron: ¡Vayan viendo! se convirtió en un predio diferente, hermoso, lleno de árboles frutales, ganado, caballos, gallinas, disfrutado por orgullosos propietarios y trabajadores llenos de alegría.
Esta historia se asemeja a lo que está pasando en Cartagena. Hasta hace dos años había una ciudad abatida, incrédula, sin brillo, hundiéndose en la desesperanza, conducida por líderes sin brújula. En la campaña para escoger nuevo alcalde, el abogado Dumek Turbay anunció, de llegar al cargo, un gobierno de derechos para todos, obras de envergadura, una transformación física y mental para conducir a Cartagena y los cartageneros a un nuevo y prometedor escenario.
Era su inicial ¡Vayan viendo! En 22 meses de gestión en el gobierno de la ciudad, Turbay ha logrado dar un paso de avanzada en la transformación de Cartagena. La ciudad respira un aire nuevo, el orgullo por lo propio está regresando. En los dos años que faltan, ha dicho Turbay, vendrá lo mejor. Será el ¡VAYAN VIENDO! con mayúsculas. Lo que Cartagena necesita para encausar su destino. Un porvenir despejado y seguro para una Cartagena de esplendor.