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Columna

Los Consejos de Juventudes NO son un juego de niños

El próximo domingo 19 de octubre se realizarán los segundos comicios de la historia de Colombia donde los jóvenes son sus protagonistas. Información básica y reflexiones de un candidato.

Juan Dosa Acevedo

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¡El futuro de Colombia está en sus jóvenes! Es una frase que suena como de cajón, pero la realidad es bien distinta. Hagamos memoria un momento para darnos cuenta de que esa frase sencilla es 100% real: Para no ir tan atrás, recordemos que durante el turbulento gobierno de Iván Duque Márquez (a quien tuve el honor de conocer hace unos meses), fueron los jóvenes los protagonistas del llamado Estallido Social.

En la época de la colonia fue un jarrón decorativo (mal llamado florero) el que desencadenó la revolución contra la España invadida por Napoleón, y en 2019 un huevo el que inició las reyertas que culminaron con un paro nacional de delicadas proporciones, nunca antes visto en la historia, superando incluso al de 1977 que apenas duró 2 días, pero que fue suficiente para sacudir los cimientos del gobierno, y desencadenaron la victoria de Turbay, quien prometió mano dura contra la inseguridad, y si, contra los movimiento sociales.

Cerrado el paréntesis histórico, el paro del 2021 le permitió a la izquierda llegar al poder y más importante que eso, fue el detonante de las primeras elecciones jóvenes en la historia del país, ya que el gobierno se comprometió con los actores participes del estallido social (jóvenes en su mayoría, artistas, sectores de izquierda y minorías), en darles verdadera participación política a través de la Ley Estatutaria 1622 de 2013, modificada por la Ley Estatutaria 1885 de 2018. Desde finales de la década del 2010 se venían aplazando las elecciones jóvenes, primero por el COVID 19 y luego por pedido de los mismos jóvenes para poder inscribir más listas y más partidos, garantizando el pluralismo y la igualdad.

2021 fue el año en que todo estalló, y las elecciones se programaron para diciembre de ese año, y recuerdo que cuando yo me inscribí, la sensación era muy extraña. Los adultos pensaban que ese cuento de los Consejos Municipales y Locales de Juventud (en adelante simplemente CMJ) era una jugarreta del gobierno por contentar a los jóvenes y que en términos prácticos no tenía ninguna utilidad. Aún así, le aposté al proyecto de los CMJ bajo mi ideal doctrinario, recorrí el país en 2 meses de intensa campaña, hice grandes amigos y aliados, y aunque no quedé ni de lejos en el umbral mínimo, ni mi partido ni yo bajamos la moral. Prueba de ello es que hoy soy candidato otra vez.

Los que sean jóvenes se preguntarán ¿Que son y para qué sirven los CMJ? Y estoy seguro de que esta información será útil también para los adultos de más edad que siguen creyendo que es pura pantalla eso de las elecciones jóvenes. Me permito por tanto contestar esa y más preguntas continuación.

Primero, los CMJ son mecanismo legales y constitucionales para vigilar, ejercer control, participar y concertar políticas públicas dirigidas a los jóvenes de Colombia, lógicamente con enfoque diferencial de la zona donde se eligen. Son autónomos y pueden ser integrados por jóvenes de 14 a 28 años. Para muchos de nosotros es la primera experiencia electoral donde somos protagonistas, y para otros su primer voto.

Para ser parte de los CMJ uno se tiene que inscribir en una de las 3 alternativas para ser elegido: 1. Procesos o prácticas organizativas formalmente constituidas, que son un grupo de jóvenes afiliados a un grupo con estatutos internos, que desarrollan alguna actividad concreta como danza, educación o cultura; y que son reconocidos por la legislación colombiana; 2. Listas independientes, que son un grupo de 3 jóvenes que se inscriben con firmas de otros jóvenes y que si logran el umbral obtienen el aval para competir, y 3. Partidos políticos, la forma clásica pero no tradicionalista, de hacer campaña. Yo soy uno de esos jóvenes que compite con apoyo de un partido político, lo cual tiene, como todo, ventajas y desventajas.

Una vez se han conformado las listas, se verifican los siguientes requisitos: 1. Los candidatos deben pertenecer a alguno de esos 3 procesos de participación, 2. Deben vivir, trabajar o aportar social y cívicamente en el lugar al que aspiran ser elegidos, 3. Deben tener como mínimo 14 a máximo 28 años y 4. Deben presentar una propuesta de trabajo, que es lo mismo que tener un programa de gobierno.

Y ¿para que sirven esos CMJ? La verdad es que el trabajo de consejero municipal o local es tan extenso que no es justo que no se oneroso (que sea gratuito), lo cual, para mí, eleva su calidad al verdadero altruismo, al servicio público como virtud y honor, y no como objetivo ni premio. En todo caso, entre algunas de sus funciones los consejeros deberán 1. Actuar como puente de comunicación entre las autoridades, el sector privado y los jóvenes en temas de juventud (sepa usted cuales porque somos bastante inconformes por naturaleza), 2. Participar en el diseño de políticas públicas para jóvenes, 3. Proponer proyectos, programas y planes a las autoridades, donde se beneficie directamente a los jóvenes, 4. Ejercer veeduría sobre las autoridades competentes en cuanto al avance, ejecución, cumplimiento e implementación de esas políticas, 5. Dar a conocer y promover los derechos humanos y de los jóvenes y 6. Presentar informes trimestrales en audiencias públicas para el cumplimiento de su trabajo, entre otras.

Las elecciones de este año están programadas para el domingo 19 de octubre, y como toda elección en el mundo del adulto pensante y funcional, se vota con tarjetón electoral, hay testigos electorales que cuidan los votos, y se realiza conteo. Se votará en todo el país, y si usted está interesado en saber más, vaya a la página de la Registraduría, o pregúntele a su candidato a consejero más cercano. No importa el candidato, el partido, la lista o el movimiento, lo importante es participar, y si Dios lo permite y alguno de los compañeros candidatos queda elegido, a trabajar se dijo.

No quisiera despedirme sin decir que los jóvenes hemos aprendido a las malas a trabajar con el contendor, a nosotros no nos da urticaria ni alergia darle la mano al campesino, al hermano de la etnia o al inmigrante. A nosotros no nos gusta atacarnos por nuestro color de piel ni por nuestra religión, raza o preferencia sexual. En la práctica todos estamos buscando lo mismo, la defensa de los derechos de los jóvenes, y de paso ir desmontando esas maquinarias políticas que perpetúan la desigualdad. Hasta a los partidos políticos tradicionales hay que oxigenarlos. Que no nos ataquen por pensar diferente, así seamos la oposición.

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