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Columna

¿Paz después del genocidio?

“Esta vez también Israel ganó la guerra, pero perdió la batalla moral pues pasó de víctima a genocida...”.

Mauricio Cabrera Galvis

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El conflicto entre el estado de Israel (que no de los judíos) y los palestinos no empezó con la espantosa masacre cometida por Hamás hace dos años, ni va a terminar con el acuerdo de cese al fuego (que no de paz) impulsado por Trump. Su raíces son mucho más antiguas y profundas, y las consecuencias del genocidio se sentirán por generaciones.

El conflicto reciente comenzó en noviembre de 1947, cuando la ONU aprobó la partición de Palestina en dos estados, uno judío con el 56% del territorio y el otro árabe. Antes de esa fecha la población árabe duplicaba a los judíos en Palestina, pero convivían en relativa paz.

En 1948 se dio la primera guerra entre los palestinos con el apoyo de los países árabes vecinos que no aceptaron la partición y los israelíes, que tenían milicias bien organizadas con las que habían combatido a los ingleses. El desenlace fue la “Nakba” (catástrofe): la destrucción de cientos de pueblos palestinos y el desplazamiento de más de 700.000 personas que desde entonces han vivido como refugiados sin país.

En 1957, 1958, 1973 se dieron tres guerras entre el naciente estado israelí y los países árabes que se negaban a reconocerlo. En todas venció Israel, pero el gran perdedor fue el pueblo palestino, abandonado por los mismos países vecinos. Además, los sionistas judíos seguían convencidos de que todo el territorio palestino era la tierra prometida por Yahvé y continuaron invadiendo tierras y poblaciones palestinas.

En los años siguientes hubo masacres en campos de refugiados palestinos, como Sabra y Chatila, rebeliones (intifadas) que fueron reprimidas a sangre y fuego por los israelitas y surgimiento de grupos terroristas palestinos, como Hamás, que han mantenido ataques constantes contra poblaciones israelíes. El más sangriento y salvaje, el de octubre de 2023, con 1.200 muertos y 250 secuestrados, que no fue prevenido por el Ejército israelí aunque se sabía que iba a suceder.

La reacción del Gobierno de Netanyahu ha sido un verdadero genocidio en Gaza: 70.000 asesinados, en su mayoría civiles inocentes, de los cuales 19.000 eran niños; 2 millones de desplazados; el 90% de la infraestructura de la franja demolida o inutilizada; hambruna y enfermedades por el bloqueo a la ayuda humanitaria. Las imágenes de la destrucción de Gaza después de los bombardeos israelíes son trágicamente similares a lo que quedó del ghuetto de Varsovia después de que los nazis lo arrasaran para sofocar la heroica rebelión judía.

Si Netanyahu y Hamás aceptan el cese al fuego se detendrá el genocidio y Hamás perderá el control de Gaza. Esta vez también Israel ganó la guerra, pero perdió la batalla moral pues pasó de víctima a genocida, y el conflicto continuará alimentado por la ambición de los sionistas de ocupar todo el territorio y el dolor reprimido de los miles de niños que vieron cómo sus padres y familiares eran asesinados por un ejército invasor. Es urgente parar el genocidio, pero eso no garantiza la paz.

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