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Columna

Manual para entregar las riendas

Manual para entregar las riendas.

HENRY VERGARA SAGBINI

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1. Asegúrate que su palabra sea de oro puro, alma de cristal de roca, honradez forrada en acero inoxidable, capaz de construir sobre lo construido.

2. Coloca en la balanza virtudes - defectos, sin maquillaje ni enmendaduras; asegúrate que respetará convicciones ajenas como lo haría con sus camaradas.

3. Que practique tolerancia y perdón apegado a la justicia sin esguinces, resentimientos e hipocresía cortesana.

4. Que emprenda pacíficas batallas por la dignidad humana, aun aquellas calificadas de imposibles, aferrándose a los milagros que florecen en surcos de la genuina democracia.

5. Asegurate de qué árbol proviene la sombra que lo cobija y el contenido de su equipaje durante sus correrías y sancochos proselitistas.

5. Elígelo si le apuesta a la tolerancia, a las verdades sin tachones ni enmendaduras, arrancando de su huerto la cizaña, leyes del Talión y del embudo. Cerciórate que sea buen hijo, hermano solidario, padre y esposo sin mácula, vecino incondicional. Nadie da de lo que no tiene.

6. Elígelo si le notas callos de pionero, estirpe de sembrador y paciencia de artesano; que no conozca la fatiga mientras cabalga sobre Rocinante esparciendo semillas de pupitres y azadones en los surcos marchitos de la patria.

7. Escoge al ser humano justo y sensible, capaz de hacer las paces con valentía y decoro, aun en medio de feroces tormentas, desconfiando de aquellos que tienen como ‘Padre Nuestro’ instructivos de Maquiavelo.

8. Asegúrate que se comprometa, hasta los tuétanos, con la Justicia social, remplazando fusiles por pupitres, yunques, azadones y pan sobre la mesa.

9. Que obedezca a un buen Dios, ese que no se alegra cuando nos bañamos en agua bendita, prefiere nos enfundemos la túnica del Buen Samaritano, predicando con el ejemplo, corrigiendo errores sin maquillaje ni golpes de pecho.

10. Que sus zapatos no olviden el camino a la casita de Juan y Juana, remplazando desde el primero hasta el último segundo de su mandato, tempestades de odios, avaricia y venganza, por lluvias de justicia sin mácula, donde padres y abuelos no derramen lágrimas amargas sepultando a hijos y nietos; merecemos una patria donde quepamos todos, erradicando odios, insultos y que la espada de Bolívar rinda honores a la ternura y legalidad. Cuestión de supervivencia no de ideología: cuando escojas a quien entregar las riendas de este país en llamas: ni Biche ni Maduro, ¡Honesto! Con eso basta y sobra.

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