La “indignación selectiva” es un fenómeno tanto sicológico como sociológico, que conduce a que las personas o los grupos enjuicien, condenen o sientan enojo ante ciertas actitudes o hechos que consideran injustos o inmorales (corrupción, autoritarismo, machismo, etc.); no obstante, cuando esas mismas actitudes o esos mismos hechos son generados por personas aliadas o cercanas a sus intereses o creencias ideológicas o morales guardan silencio, desvían la atención o intentan justificarlos.
La indignación selectiva está asociada, es consecuencia o se ve reforzada por otros fenómenos como: el “tribalismo”, que si bien fomenta la identidad grupal, la cooperación y la seguridad, también estimula la hostilidad o la indiferencia hacia los extraños, y que si bien se pensó superado por el nacionalismo y el patriotismo, hoy resurge con más fuerza estimulado por la cultura identitaria posmoderna (ecofeminismo, animalismo, etc.); la predisposición neurobiológica que -según Kurzban- tenemos los humanos para albergar creencias falsas o contradictorias sobre nosotros mismos, lo que permite autoengañarnos y, de paso, engañar a los demás sobre lo que no somos; o los sesgos cognitivos, que distorsionan la interpretación de la información y conducen a que el intérprete establezca conclusiones erróneas o tome decisiones irracionales, entre otros sesgos, los siguientes.
El sesgo de confirmación, que conlleva a que demos más importancia a la información que refuerza nuestras creencias (Ej. la izquierda global y local no se ha indignado con Hamás, que asesinó a 1.200 israelitas, de la misma manera que se indigna con el genocidio en Gaza y viceversa); el sesgo endogrupal, que se manifiesta en el trato preferencial y positivo hacia los miembros del grupo, cuyas faltas se justifican o minimizan, mientras se exageran las del grupo contrario (Ej. El hashtag #NosEstánMatando fue tendencia bajo el gobierno de Duque, no bajo el actual gobierno, a pesar de que siguen matando a muchos líderes); sesgo de atribución, que induce a interpretar el comportamiento erróneo de los otros con fundamento en variables endógenas y los propios en variables exógenas (La izquierda responsabilizó a Duque por “Centros Poblados”, pero por la corrupción en la UNGRD, no responsabilizó a Petro, sino a Olmedo López).
El problema con la indignación selectiva no es solo que erosiona las reglas mínimas de la comunicación lingüística humana: regla de “no contradicción”, de “pretensión de sinceridad” y de “universabilidad” (si atribuyo un predicado (x) a un objeto (z) y existe otro objeto con las mismas cualidades, debo aplicar el predicado (x) al nuevo objeto). Sumado a lo anterior, este fenómeno deteriora la calidad de la deliberación democrática, en la medida en que relativiza lo justo según la identidad política o social, alimenta la polarización política y la desconfianza hacia instituciones, y deteriora el debate público, debido a que cada grupo denuncia lo ajeno y calla lo propio.