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Columna

La Perra “Lara” y la Guayabera

“En una ocasión orinó a un visitante indeseable, el mensaje fue categórico. Son secretos que apenas ahora hemos conocido…”.

Willy Martínez

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Stephen J. Randall escribió un extraordinario libro sobre el presidente Alfonso López Michelsen, pero, como suele suceder con los grandes escritores, olvidan historias que merecen ser contadas. A mí me gusta charlar con Ramón Del Castillo sobre las campañas presidenciales en las que participó López Michelsen. Y es que Ramón y Mayito, su esposa, fueron amigos entrañables de los López Caballero. Disfrutaron felices momentos con Alfonso López Michelsen y Cecilia Caballero, tanto en las islas del Rosario como por la finca San Marino, donde se aprecia la hermosura de las sabanas de Bogotá.

Una vez Ramón le ofreció a López un par de cachorros Dálmata que tenían pedigrí; eran descendientes del perro Dominó, muy famoso por las propagandas de ese jabón de Lemaitre donde actuaba como modelo y cuidaba la factoría.

López recibió en Bogotá el regalo, los bautizó Zhivago y Lara, cachorros que se ejercitaban en la azotea del edificio donde ellos vivían. Allí Zhivago, persiguiendo un pájaro, cayó al vacío y murió. Lara fue la perra famosa que acompañó al presidente López en el palacio San Carlos. Era Lara una perra inteligente, por el olfato distinguía quién era del partido contrario. Muchas veces, prevenía al mandatario, al detectar las buenas o malas intenciones de sus interlocutores. En una ocasión orinó a un visitante indeseable, el mensaje fue categórico. Son secretos que apenas ahora hemos conocido por cuenta de unos parientes del famoso “Romerito”, el eterno escolta del presidente.

Hay que encontrar a los descendientes de Lara. Ella fue amada en la isla presidencial por un perro bocachiquero de propiedad del mocho Gabino Silva y su esposa Candelaria. Tuvo Lara una camada colosal. Un cachorro para Lidio García compensaría el esfuerzo de su largo trabajo político. Y de verdad serían de gran utilidad en estos difíciles tiempos en donde existen muchos movimientos políticos, innumerables candidatos al congreso y una chorrera de aspirantes al solio presidencial.

Desde el año 74, tiene Ramón una guayabera bordada a mano que el presidente López le regaló. Es tesoro artesanal hecho por la artista Clara Guandique de la colección “La aguja de oro”, en Nicaragua. Entre bordados en hilo se aprecian los gallos de pelea armados con sus espuelas y sus afilados picos. El bello plumaje del colorado se destaca arriba y el giro abajo recibiendo inclemente castigo en el primer revoleteo. He conocido la guayabera de Ramón, tiene un magnetismo triunfador, lo que me permite asegurar que quien se la estrene en esta campaña gana en primera vuelta la elección presidencial. Ramón la guarda almidonada y colgada en su antiguo chifonier francés de caoba. Vamos a ver a quién se la pone.

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