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Columna

“Ni con el pétalo de una rosa”

“Cada vez que retorno a Barranquilla paso frente a la casa de donde vivieron los abuelos, y regresan a la memoria sus rostros austeros y afectuosos…”.

HENRY VERGARA SAGBINI

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Cada vez que retorno a Barranquilla paso frente a la casa de donde vivieron los abuelos, y regresan a la memoria sus rostros austeros y afectuosos, voces cargadas de anécdotas, advertencias y consejos.

Don Elías Ridi Abujaalil hizo parte de la inmensa migración sirio-libanesa que llegó a Puerto Colombia a principios del siglo XIX, huyéndole a los garfios y hambruna de la guerra, ilusionados con echar raíces en un país de oportunidades que apenas saboreaba las mieles de la democracia. Se instaló en Barranquilla con su esposa adolescente, Adela Derido, empeñados en trabajar de sol a sol, y mientras fabricaban su nido, silenciaban nostalgias añorando aquel terruño sembrado de viñeros y atardeceres, ahora con hedor a pólvora, quejidos y lamentos.

Rápidamente el hogar se engalanó con la llegada de sus hijos: Zoraida, Isabel, Adela, Lía, Judit, Jaime, Jorge. Cuentan que, cuando pedían en matrimonio a sus hijas, conducía al futuro yerno hasta la terraza mientras pronunciaba frases comprometedoras: “Ma ta mela shi bish”: “A mi hija no la maltrate ni con el pétalo de una rosa, cuando deje de amarla, yo se la recibo con los brazos y el corazón abiertos de par en par” “¡La Tusi Ilayha!”, y hablaba en serio, sin levantar la vos, desde su envergadura de gigante protector y sabio.

Seguramente aquel hombre culto, maestro Mazón, sabía que el maltrato a la mujer es de las formas más antiguas de engendrar violencia en sociedades construidas con cimientos machistas, que aún prevalecen, relegando la mujer a papeles secundarios con la excusa de ser asunto privado.

La historia del Homo Sapiens demuestra que, desde la Edad Media, el patriarcado se reforzó con la complicidad religiosa y política, limitando a la mujer al rol al de esposa y madre, pero eso sí, castigada con severidad, física y mental, cuando sobrepasaba límites machistas.

Por fortuna, la llegada de la modernidad proclamó su libertad, respeto e igualdad ante la ley; sin embargo pasarán siglos hacerlos realidad, es tarea pendiente, iniciada desde cuándo, en los albores del siglo XX, marcaron la pauta haciendo valer sus derechos inviolables, iniciando largas y dolorosas luchas por la equidad e igualdad ante las leyes, incinerando pensamientos medievales que aún persisten en medio de sociedades pendencieras, machistas y violentas, ensañadas contra ese ser de luz que nos dio la vida y colmó de caricias. Ellas, las protegidas de don Elías Ridi, son las mismas que, cuando parten al infinito, arrebatan el cargo al ‘Ángel de la Guarda’, protegiendo a hijos y nietos, asegurando su completa felicidad, incluyendo la pisca de sal y gotas de limón que prefieren en la ensalada.

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