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Columna

Fiestas y heroínas anónimas

“Múnera propone que la ciudad salde simbólicamente esa deuda con las heroínas que entregaron sus vidas por la libertad...”.

GERMÁN DANILO HERNÁNDEZ

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He tenido la oportunidad de asistir a varias conferencias y conversatorios del historiador Alfonso Múnera Cavadía, quien fuera mi profesor universitario, pero su más reciente intervención me sorprendió gratamente por la habilidad para explicar con sencillez y profundidad la importancia que tiene la celebración de las Fiestas de Independencia del 11 de Noviembre en Cartagena.

Ocurrió el pasado 16 de septiembre durante el lanzamiento de la Escuela Festiva del Instituto de Patrimonio y Cultura (IPCC) en el Teatro Adolfo Mejía, colmado de actores festivos, candidatas al Reinado de la Independencia, gestores culturales, artesanos, músicos, bailarines, fabricantes de carrozas y periodistas, entre otros protagonistas de las tradicionales fiestas, quienes concurren a una experiencia formativa que los reconoce como portadores de patrimonio e identidad.

Múnera conmovió hasta las lágrimas a muchos asistentes, con un lenguaje directo, sencillo, cercano y reflexivo, en una charla que es referente para consolidar el espíritu integrador de la Fiesta que nos Une.

El directivo universitario y exdiplomático recordó que, a pesar del pacifismo que nos caracteriza, las razones para la rebeldía contra los opresores españoles fueron tantas que en 1811 el pueblo se desbordó a las calles para exigir libertad, aun a costa de sus vidas. Y lograda esa independencia salió inmediatamente a celebrar bailando.

La celebración fue opacada con el asedio y retoma de la ciudad por parte de Pablo Morillo y sus tropas: la resistencia heroica de los cartageneros al sitio fue sofocada, dejando miles de muertos, la inmensa mayoría anónimos, pero con un puñado de héroes que trascendieron en la historia, a quienes se les rinde tributo en el Camellón de los Mártires.

La gran injusticia, dice Múnera, es que la cultura patriarcal no reconoce aún que hubo también muchas mujeres negras, blancas y mestizas, cuyos nombres comienzan a ser parcialmente rescatados por los historiadores, como María Josefa Fernández, Leonor Guerra y Eugenia Arrázola (turbaquera), quienes acompañaron a los patriotas y que en 1815 fueron capturadas, azotadas y fusiladas con muchas otras en el inicio del régimen del terror impuesto por “El Pacificador”.

De la misma forma como Cartagena debe comprender que las Fiestas de Independencia son un tributo a esos hombres y mujeres que con sus luchas permitieron que la independencia representara una cadena de logros sociales que aún conservamos, Alfonso Múnera propone que la ciudad salde simbólicamente esa deuda con las heroínas identificadas y anónimas que entregaron sus vidas por la libertad, y que a ellas se les conceda también un espacio de reconocimiento en el Camellón de los Mártires. Me sumo a esa propuesta para reivindicar la memoria de nuestras mujeres luchadoras.

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