El retroceso global de la democracia es cada vez más evidente. En los últimos años hemos sido testigos de cómo, a través de vías democráticas, líderes populistas de derecha e izquierda son electos usando discursos autoritarios. Una vez en el poder, deterioran el sistema: menoscababan la división de poderes, auspician restricciones a la libertad de expresión y hostigan a la oposición. El método no parece exclusivo de líderes nacionales, también se replica a escala territorial, socavando la calidad de la democracia subnacional.

La batalla final entre la razón y la manipulación
Khalid VelascoEdward Gibson nos explica que, a nivel subnacional el poder político se construye y se ejerce a través de instituciones políticas que están interconectadas a un sistema territorial nacional. En Colombia estamos divididos en departamentos y municipios, pero conectados escalonadamente por un gobierno nacional (presidencia), departamental (gobernaciones) y local (alcaldías), lo que determina una fragmentación interdependiente y relativamente funcional entre centro y periferia.
Si ponemos la lupa en la democracia territorial podemos observar desigualdades significativas. En algunas regiones esas desigualdades se expresan en prácticas sutiles de percibir, como las relacionadas con la transparencia en el ejercicio del gobierno. En otras pueden ser más dramáticas, y estar relacionadas con prácticas autoritarias que llevan a que los habitantes de una región gocen de ciertos derechos, mientras que en otras no.
Gibsonplantea que, por sus funciones de controlar información y recursos entre el centro y la periferia, y establecer alianzas con diversos actores territoriales, las alcaldías – y también las gobernaciones – son una figura clave en la democracia subnacional, y que una de las estrategias que suele emplear para ejercer el poder es el autoritarismo subnacional.
Como ejemplos, podemos encontrar episodios de presunta cooptación del Concejo Municipal por parte de la alcaldía, como ocurrió en el Distrito de Cartagena bajo la administración del entonces alcalde Manuel Vicente Duque. Pero también casos en los que cooptan a la prensa a través de pauta publicitaria (como ha documentado la FLIP respecto a la alcaldía de Barranquilla, en el 2018); limitando el acceso a la información pública solicitada por la prensa, como ha denunciado La Contratopedia Caribe. Así mismo, limitan la crítica ciudadana, pues quien cuestione al alcalde es acusado de mala fe o de estar en contra del desarrollo de la ciudad, como lo hizo el alcalde de Cartagena, Dumek Turbay, con un líder comunal al que tildó de “boludo y carón”, en un acto público que quedó registrado en vídeo.
Cuando un alcalde entrega contratos a los concejales para limitar el control político, cuando insulta a sus oponentes, o niega información pública, incurre en prácticas autoritarias. A nivel territorial estas conductas están arraigadas, tienen gran influencia en la toma de decisiones, y son difíciles de desmontar de la cultura ciudadana. La popularidad de líderes autoritarios como Bukele, Trump o Milei podría tener relación con las formas próximas en que concebimos la democracia, por ello deberíamos analizar cómo repercuten estas prácticas a nivel territorial y local.
*Investigadora de Dejusticia.