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Columna

Violencia sexual en oferta ¡pida link!

“La pregunta más incómoda es: ¿por qué seguimos celebrando la violencia sexual digital como si fuera un circo gratuito?”

ROSMERY PAOLA ARMENTEROS HERRERA

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El simple hecho de que la gente pida el video sexual de Isabella Ladera y Beéle deja claro que nuestra sociedad no solo tolera la violencia sexual digital, sino que la aplaude, la normaliza y la disfruta. No se trata de un accidente: se trata de una cultura profundamente machista que convierte la intimidad de una mujer en espectáculo público.

Porque seamos francos: si el video filtrado mostrara únicamente a Béele, la conversación no estaría girando en torno a él. Nadie estaría morboseando su cuerpo, su desempeño, ni su vida privada. En cambio, Isabella ha sido expuesta a una avalancha de comentarios que oscilan entre el insulto y la burla, en el ‘tribunal’ del internet que al parecer tiene buen sexo todos los días.

Como mujer que vive con una pareja estable, a veces quiero ser ‘vaca muerta’, a veces no y a veces podría representar cualquier contenido de pornhub, pero eso es impensable ante la santa inquisición de la internet.

Lo llaman ‘morbo’, pero lo que en realidad mueve a tantos a pedir el video es otra cosa: una pedagogía de la violencia que nos enseñó que el cuerpo femenino no merece respeto, sino consumo. Y como el consumo digital nunca se sacia, el público no se detiene a pensar que detrás de esas imágenes hay una mujer devastada, humillada y violentada. Prefieren la fiesta del escarnio a la empatía.

El filtrado de videos íntimos no es nuevo. Es un engranaje más de la maquinaria patriarcal que insiste en disciplinar a las mujeres mediante la vergüenza. Lo que antes era el rumor de pasillo, hoy es el reenvío en WhatsApp. Lo que antes quedaba en un barrio, hoy se vuelve viral en cuestión de segundos. Y siempre, invariablemente, la carga de la culpa se deposita sobre ella.

Este no es solo un asunto de ‘chisme de famosos’, es un asunto de género, porque cuando se difunde un video íntimo, lo que está en juego no es únicamente la privacidad, sino la dignidad de las mujeres. Y cuando la sociedad responde con carcajadas, memes y descargas masivas, lo que hace es reafirmar que su dolor no importa, que su intimidad es de dominio público, que su humanidad es prescindible frente al entretenimiento colectivo.

Ladera lo ha dicho con claridad: esto es violencia. Y lo es porque desnuda la desigualdad más cruda. El mismo acto que en un hombre puede ser celebrado, en una mujer es usado como arma para destruir su credibilidad, su carrera y su tranquilidad.

Entonces, la pregunta no es solo quién filtró el video; la pregunta más incómoda es: ¿por qué seguimos celebrando la violencia sexual digital como si fuera un circo gratuito? Mientras no respondamos eso, seguiremos aplaudiendo la fiesta del morbo..., y fingiendo que no tenemos nada que ver con ella.

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