Sé que mucha gente cuestionará mi próxima frase, pero no puedo evitar el sentimiento que me invade al escuchar la entrevista que dio a RCN María Claudia Tarazona. La viuda de Miguel Uribe se me cayó del “palo de patilla”. La que otrora me parecía una mujer fuerte e inteligente, ahora me parece una mujer a quien le gusta ser visible, que disfruta estar en los medios y que se quiere mostrar. Sé que es atrevido juzgar desde los zapatos ajenos, pero no dejo de pensar que es fría y contenida. Desde el inicio me sorprendió la entereza con la que salía a dar los partes médicos con la evolución de su esposo moribundo. Eso me parecía plausible.

En defensa de un legado universal
Ricardo Giraldo CifuentesUna vez muerto el candidato presidencial, al acerarse a su cajón, era ella quien consolaba a su suegro abrazando el féretro y nunca llegó a perder conciencia de que el país entero la miraba. Inmediatamente después del entierro se rumoró que se llevaba su familia fuera de Colombia. Pero no tardó en volver a dar una entrevista pensada y calculada al periodista José Manuel Acevedo y otra a Caracol radio.
Entiendo que tiene cuatro hijos y, según ella, debe contener su dolor y dominar sus emociones. Pero también es válido mostrar tristeza o rabia para que los niños entiendan que todos los sentimientos son permitidos y que la ausencia duele. Me pregunto cómo hizo para vencer las lágrimas cuando se enteró de la muerte. Según ella, en el hospital “tomó la decisión de tener esperanza”. ¿De verdad? ¿La esperanza es una decisión? El diccionario la define como “un estado de ánimo que surge cuando se presenta alcanzable lo que se desea”. Es como la fe. Nace del corazón y del deseo inmenso de que todo salga bien. ¿De verdad hasta ahora entendió la crueldad humana? ¿Luego de 15 años de hacer política en un país lleno de masacres, sicariatos y niños usados y abusados? Me sorprenden sus palabras estudiadas. El énfasis con que repite la edad de Alejandro y al contar las preguntas que hace pretende generar pesar.
Pero lo peor es la polémica que decidió levantar con sus comentarios sobre María Fernanda Cabal. Aclaro que no conozco a la precandidata presidencial, pero no logro imaginar el propósito de llevar un micrófono con mala intención sobre la solapa de su chaqueta. Si hubiera sido mal pensado, lo hubiera escondido. La Cabal es una mujer inteligente y seguramente sabía que ese momento era cuestión de segundos para un abrazo y presentar las condolencias. Sus palabras, desde mi pensar, distan de ser una intimidación y se ajustan a la realidad que estaba viviendo la familia. No entiendo por qué decirle “tú no conoces Colombia” se recibe como una amenaza. Esa conclusión es injusta y pendenciera. Pero tampoco entiendo la intención de la señora Tarazona en salir con este cuento ahora. Sus comentarios sí tienen un propósito escondido.