En un artículo previo sostuve que el país atraviesa por una “policrisis”. En este escrito me referiré al problema del déficit fiscal, que para el primer semestre del 2025 alcanzó el peor registro en 21 años ($69,4 billones). ¿Cómo fue que llegamos a esto? Los expertos señalan tres causas, a saber.

Soledad, amor y amistad: territorios de lo humano
Martha Amor OlayaLa primera es la deuda heredada del gobierno Duque, debido a los gastos extraordinarios que exigió el COVID-19 (vacunas, UCI, subsidios, etc.), que condujeron a aumentar la deuda pública, a romper la “regla fiscal” y a incrementar la deuda con el fondo de estabilización de los precios del combustibles (al finalizar el gobierno Duque era de $37 billones y en el gobierno actual llegó a $70 billones). Duque intentó una reforma tributaria que retiró luego del estallido social y que nuevamente presentó a finales del 2021, pero que no fue suficiente.
La segunda es el desacierto en las proyecciones gubernamentales. Al inicio del gobierno se aprobó una reforma tributaria para recaudar 23 billones de pesos, pero la Corte Constitucional (Sentencia C-489/2023) declaró inexequible la no deducibilidad de las regalías de los impuestos a pagar del sector de hidrocarburos, por lo que la proyección bajó a 17 billones. Adicionalmente, el ministro Bonilla hizo proyecciones de ingresos que no se cumplieron. Para el 2024 se aprobó un presupuesto de 502,6 billones, en el que se proyectó un recaudo de 290, pero sólo se recogieron 237 billones. Súmele a lo anterior las pérdidas por la corrupción en la UNGRD.
La tercera es el aumento desproporcionado del gasto de funcionamiento (burocracia) que entre 2022 a 2025 pasó de 209 billones de pesos a 328 (aumentando $119 billones), lo que indica que el Gobierno ha seguido gastando como si estuviésemos en pandemia, pero sin un evento extraordinario, lo que ha incrementado el déficit fiscal y la deuda pública. El ministro Guevara propuso recortes y un plan de ahorro mensual, pero la respuesta del presidente fue remplazarlo por Germán Ávila, quien llegó a la cartera con el lema de que su papel no era contradecir al presidente, lo que ha significado más gastos, cero recortes y romper la “regla fiscal”. Esto ha traído como consecuencia -señalan los expertos- que se disparó la prima de riesgo, se desestimuló la inversión extranjera y se perdió la línea de crédito flexible del FMI. Para infortunio del país, el presupuesto del 2026 no solo está desfinanciado, sino que aumenta el gasto y paga menos deuda.
Después de lo anterior, tristemente, debemos concluir que los colombianos al finalizar el gobierno de Duque éramos más pobres que cuando acabó el gobierno de Santos, y que -comparativamente-, al finalizar el actual gobierno seremos mucho más pobres que cuando terminó el gobierno de Duque.