comscore
Columna

A Lidio le deben un gallo

“En ese instante a Espinosa Valderrama se le salieron las lágrimas. Cuando Lidio vio su gallo muerto…”.

Willy Martínez

Compartir

Me dio mucha alegría ver a Lidio García Turbay elegido presidente del Congreso. Lo conocí cuando tenía 10 años de edad y jugaba en el patio de su casa con su primo Dumek y varios vecinos que criaban gallos de pelea y cantaban vallenatos.

Ese día, el candidato presidencial Alfonso López Michelsen descansaba en una habitación para huéspedes que tenía la tabacalera de los García Romero, en El Carmen de Bolívar. No era López en 1981 el atleta político que ganó las elecciones del 74, requería muchos cuidados, por eso su hijo Felipe hacía guardia en la puerta de la habitación. La tabacalera congregaba no menos de 300 liberales que, animados por la banda de música y el ron, lanzaban arengas y ‘guapirreaban’ en la ventana donde López dormía.

Allí quedé atrapado junto a los periodistas Margarita Vidal, Juan Guillermo Ríos y los liberales Augusto Espinosa Valderrama, Gustavo Dáger Chadid y Juan Manuel López Cabrales. Mucha hilaridad me causó ver a Felipe con acento bogotano repitiendo: “chito, chito, que papá duerme”. Elegido concejal de Cartagena, empezaba a pronunciar discursos en la plaza pública acompañado de vibrantes oradores como David Turbay y Carlos Holmes Trujillo. Emocionante fue recorrer la provincia y llevar el mensaje liberal.

Animábamos a López, que enfrentaba a Belisario Betancur, candidato lleno de energía, que trasmitía un mensaje cautivador y una prosa que movía las fibras del pueblo. Eso experimenté cuando tuve la oportunidad de estar en la casa de Tico Rodríguez, en las islas, escuchando a estos dos estadistas.

Belisario, vigoroso y de humor rural; López, más lento y refinado. Pero debo continuar recordando lo que pasó en la tabacalera; cayó un aguacero descomunal e invitaron al pueblo a la plaza en donde López hablaría. Ya presente López en el balcón, buscamos un gallo y en esa misión llegamos a casa de Lidio García. Cuando le propusimos que prestara el gallo, pataleteó; pero finalmente lo entrego. En el momento más sublime de su discurso, López apretó el gallo con tal firmeza que el animal aleteo y estiró la pata.

En ese instante a Espinosa Valderrama se le salieron las lágrimas. Cuando Lidio vio su gallo muerto, metió un grito y le mentó la madre al enviado de la campaña.

El Partido Liberal tiene pendiente esa vieja deuda con el presidente del Congreso. El expresidente Gaviria tendrá que pagarla, ya que López Michelsen se fue de este mundo sin dejar esa cuenta saldada. Han pasado 46 años que López le torció el pescuezo al gallo y lo destripó en la plaza de El Carmen de Bolívar. Páguenle su gallo a Lidio, y con intereses.

Únete a nuestro canal de WhatsApp
Reciba noticias de EU en Google News