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Columna

Un Quijote llamado Fandiño

“Algunos luchan contra gigantes, otros enfrentan perjuicios, Jaime Fandiño lo sigue haciendo empuñando la lanza de ciencia y escudo del humanismo…”.

HENRY VERGARA SAGBINI

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Algunos luchan contra gigantes, otros enfrentan perjuicios, Jaime Fandiño lo sigue haciendo empuñando la lanza de ciencia y escudo del humanismo.

Cartagenero por adopción, nació en Guascas (Cundinamarca), el 19 de enero 1934. Hijo de Rafael Fandiño Caicedo, empleado público, y Bertha Franky, maestra de escuela; tercero de 11 hermanos levantados con esfuerzo y dedicación, creyentes, rodeados de cariño y exigencia académica. Se casó con Margaret Menz, su Ángel de la Guarda y su polo a tierra, cinco hijos: Mónica, Javier (Neurocirujano), Jaime, Anselmo y Martha, simiente sagrada.

Docente universitario, desarrolló Posgrado de Neurocirugía en la Universidad de Cartagena, pionero comprometido con el tratamiento integral de las personas con epilepsia en Colombia y el mundo; ejemplo de ciencia y solidaridad humana en cada uno de sus actos, recordándonos que “vale la pena soñar con lo imposible, con tal de que germinen semillas de justicia@equidad, emulando a Don Quijote de la Mancha, demostrando que la grandeza se mide por los ideales perseguidos, poniéndolos al alcance de los seres humanos, sin distinción de raza, condición socioeconómica ni convicciones políticas; ejemplo de convivencia en época de perros y gatos, construyendo sobre lo construido, no sobre cenizas; testificando que la medicina no es negocio, sino ciencia, poesía, técnica, ternura, misión perenne y esperanza sin límites, cabalgando sobre Rocinante, protegiendo a los más débiles y vulnerables sin esperar nada a cambio.

Cuando la epilepsia era terriblemente estigmatizada, decidió enfrentar la tragedia de los pacientes con enfermedades neurológicas, y donde la mayoría veía limitaciones, ‘Fandiño de la Mancha’ esgrimía derechos; donde se levantaban barreras y molinos de viento convertidos en gigantes depredadores, abría senderos con la misma nobleza y terquedad de los ‘Caballeros Andantes’, poniendo en marcha instituciones como la Liga Colombiana de la Epilepsia y el FIRE, orgullos de Cartagena, referente nacional e internacional en la atención integral de las personas con epilepsia y todas las enfermedades neurológicas, sobreponiéndose a incredulidades y burlas, derribando prejuicios arraigados en nuestra sociedad, ignorancia, discriminación y abandono, convencido de que la ciencia y el humanismo son capaces de triunfar en todas las batallas sociales, dignificando de paso a miles de pacientes y familias que encontraban y siguen encontrando solidaridad y atención médica de altísimos quilates, apetecido escenario académico para la formación integral de profesionales en el campo de las neurociencias.

Hoy, cuando indiferencia y mercantilismo colonizaron nuestras vidas, homenajear al ‘Quijote Fandiño’ fortifica el espíritu, convenciendo a su ‘Ejercito de Batas Blancas’, silencioso, solidario y berraco, que si es posible hacer realidad nuestros sueños, con los pies sobre la tierra y el alma en el firmamento.

PD: Regresé al FIRE, y lo encontré rodeado de naturaleza, sombra acogedora. En esa ‘Ciudadela de la Epilepsia’ durante 55 años ininterrumpidos, el ‘Quijote Fandiño’ jamás cobró por sus servicios mientras cabalgaba en infatigable Rocinante junto a Ejercito de galenos, enfermeras y personal administrativo, perpetuando la utopía de vivir en la ciudad y el país que merecemos.

¡Gracias Quijote! Serás eterno.

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