Recién llegado a Inglaterra en 1713, el joven George Frideric Handel compuso su ‘Oda por el cumpleaños de la reina Ana’, obra que le valió una pensión vitalicia otorgada por su dedicataria. Su majestuoso inicio ostenta uno de los más célebres solos de trompeta del repertorio barroco, imitando e acompañando a la voz principal, que exalta las virtudes de la monarca. El contexto musical de esta obra dista abismalmente de la realidad sonora del Caribe colombiano, pero su “détournement” —o desvío situacionista— ilustró inquietudes socioculturales ligadas a nuestra región. Perpetré esta maniobra de arte en 2018, en un movimiento de mi ‘Pickó Sinfónico’ —el que está basado en la champeta ‘Quiéreme’, de la autoría de Mickey Love— que fue estrenado en el Teatro Mejía por el mismo Papoman junto a la Orquesta Sinfónica de Bolívar de Unibac, bajo la batuta del maestro Germán Céspedes.
Así como una generación de compositores de inicios del siglo XX asimiló orgánicamente el montaje cinematográfico —lenguaje fundamental del séptimo arte—, nuestra generación recibe influencias de nuevas sintaxis, como la de un DJ de electrónica. La referencialidad ya no ocurre obligatoriamente tras un velo interpretativo, sino que aparece en citas directas y en la apropiación, resignificación y recontextualización de materiales preexistentes, siguiendo la lógica del collage. Así, el inicio de mi versión de ‘Quiéreme’ prescinde por completo del contexto de la champeta e inmerge únicamente su versátil melodía en la cantata de Handel. Casi a la mitad de una suite sinfónica continua, cercana a la hora de duración, el punto es propicio para que respire la forma y se renueve la escucha. Evocando los duros contrastes de la segregada Heroica, las lisonjas del texto a la “reina” —en su acepción cariñosa propia del Caribe— reverberan con connotaciones feudales. El primer patrón rítmico empleado es la clave negra o de rumba, asomando muy levemente tras la textura barroca, tras lo cual van apareciendo cada vez más elementos africanos y, por último, la base explícita para el espeluque.
En el ‘Pickó Sinfónico’ hay múltiples citas reorientadas, notablemente la asimilación del “clava” de ‘El Serrucho’ a las palpitaciones de las cuerdas en ‘La Consagración de la Primavera’, o el canto del espeluque de ‘El Tambor’ sincronizado con una base de cumbia y ‘La Primavera’ de Vivaldi. Para representar por medios acústicos los sonidos clásicos del Casio SK-5 —instrumento de champeta por excelencia—, se usaron de modo figurativo ciertas técnicas experimentales asociadas a la abstracción musical (y un patito de tule). La champeta sinfónica prosigue con la labor que inició Adolfo Mejía: la de crear un repertorio que hibride democráticamente las influencias para retratar una identidad congruente ante la historia.