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Columna

Pobreza en la región Caribe

“El desarrollo no está llegando de manera equitativa a todos los rincones del Caribe. La pobreza continúa siendo estructural y persistente; por ello, se hace imperativo poner en marcha políticas públicas bien focalizadas...”.

MARIO DE JESÚS ZAMBRANO MIRANDA

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Una de las grandes apuestas de la Región Caribe es la transición de las Regiones Administrativas y de Planificación (RAP) hacia Regiones como Entidades Territoriales (RET), impulsada por la Gran Asamblea del Caribe por las Regiones. Estos procesos son claves para el desarrollo territorial, pues uno de los principales desafíos de la región es cerrar las brechas sociales, particularmente las relacionadas con la pobreza.

Entre 2018 y 2024 los departamentos de la Región Caribe colombiana han logrado reducir sus niveles de pobreza multidimensional (IPM); sin embargo, al examinar con mayor detalle los datos, se observan diferencias significativas tanto entre departamentos (por ejemplo, entre Atlántico y La Guajira), como entre áreas urbanas y rurales. Cesar, Atlántico y Bolívar se destacan como los departamentos con mayores logros: Cesar con una disminución del IPM de -13,37% anual, Atlántico con -12,45% y Bolívar con -11,24%.

Es posible que estos resultados estén asociados a políticas sociales bien focalizadas, inversión pública sostenida y adecuada articulación de actores locales.

Por otra parte, Atlántico y Sucre lideran con reducciones cercanas al -13,8% anual en el IPM urbano. Les siguen de cerca Cesar y Magdalena, con tasas cercanas al -10% anual. En contraste, Córdoba muestra una reducción más lenta (-7,14%), lo cual podría reflejar limitaciones en la planificación y gestión del desarrollo urbano.

No obstante, el mayor desafío se presenta en las zonas rurales. Aunque Cesar y Bolívar encabezan los avances en la reducción de la pobreza rural, otros departamentos muestran rezagos significativos. El caso más crítico es en La Guajira, donde la disminución anual del IPM rural es del -2,88% y todavía el 61,3% de la población rural se encuentra en situación de pobreza. Este alarmante dato refleja problemas estructurales, como el limitado acceso a servicios básicos, la débil presencia estatal y condiciones geográficas y sociales adversas. Córdoba, con una reducción de apenas -3,78%, enfrenta retos similares. El mensaje es claro: aún se requiere mayor esfuerzo para cerrar la brecha entre el campo y la ciudad.

Frente a este panorama, el desarrollo no está llegando de manera equitativa a todos los rincones del Caribe. La pobreza continúa siendo estructural y persistente; por ello, se hace imperativo poner en marcha políticas públicas bien focalizadas, inversión decidida en lo rural y mayor participación de las comunidades. Se espera que iniciativas como las RET prioricen en su agenda estos desafíos y contribuyan a una transformación real y sostenible del Caribe colombiano.

Las opiniones aquí expresadas no comprometen a la UTB ni a sus directivos.

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