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Columna

Imaginarios Románticos vs. Decisiones de Ciudad

“Hay que valorar la trazabilidad que derivó en la concreción de un proyecto tan importante como el Centro de Convenciones”.

Jaime Correa Vélez

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Periódicamente surgen voces que reclaman la demolición del Centro de Convenciones para reconstruir en su lugar el antiguo Mercado Público de Getsemaní, denunciando presunta corrupción en su erradicación de 1978. Este imaginario romántico se estrella contra la realidad al contrastarlo con hechos y datos científicos.

El edificio del antiguo mercado público diseñado por Luis Felipe Jaspe era irrecuperable. Fue construido en 1905 y cuando lo demolieron en 1978 su concreto estaba en carbonatado, a punto de colapsar tras 7 décadas sin mantenimiento, hecho con arena de mar como muchas obras de esa época.

Las dimensiones de un centro de convenciones, necesario para Cartagena en ese momento de su historia, son incompatibles con las del edificio del mercado. La sola idea de fusionar espacialmente ambos usos era un imposible arquitectónico. Construir otro edificio para el centro de convenciones con el estilo del antiguo mercado, en 1978, iba contra los principios de la Carta de Venecia de 1964, documento rector de la Restauración Científica. Hubiera sido un grosero falso histórico en pleno corazón del sector antiguo de Cartagena.

Cabía plantear un proyecto abiertamente contemporáneo que aportara nuevo aire al sector, con un uso coherente con la visión de ciudad que ya se perfilaba como Patrimonio Mundial. Se convocó un concurso arquitectónico que ganó el estudio de Germán Samper Gnecco, arquitecto bogotano que trabajó con Le Corbusier, padre de la Arquitectura Moderna, en su atelier de París, de quien fue su mano derecha en el complejo de Chandigarh, en India.

El proyecto de Samper, incomprendido en su momento, hoy se erige como un edificio atemporal que 4 décadas después se ganó su lugar en la puerta urbana del Centro Histórico de Cartagena. Fue el detonante de la más radical revitalización del sector antiguo de Cartagena, que 2 años después logró su inclusión en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco. Con el proyecto se recuperó además la Avenida del Arsenal, que empezó la revitalización de Getsemaní desde la Bahía de las Ánimas. Hay que recordar el nivel de postración que ese barrio tuvo en la peor época del mercado.

Hay que ser objetivos frente a estos imaginarios románticos en la toma de decisiones de ciudad y valorar la trazabilidad que derivó en la concreción de un proyecto tan importante como el Centro de Convenciones. Nunca fue una gigantesca mole, Germán Samper supo darle la escala correcta para consolidar un paisaje cultural representativo que se convirtió en la postal aérea más reconocida globalmente de Cartagena.

La Arquitectura fue protagonista de la más importante renovación urbana del Centro Histórico, sin arrasar al barrio Getsemaní. Ya hoy vemos los frutos con la puesta en valor de su patrimonio intangible, que finalmente puede circular de forma segura y atrae turismo global por su diáspora cultural.

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