¿No te ha pasado que pides “algo para el almuerzo” y te traen una empanada fría cuando soñabas con una arepa de huevo? No fue mala intención: fueron instrucciones vagas. Con la inteligencia artificial —especialmente la generativa, tipo ChatGPT— ocurre igual. Es ese colega nuevo, talentoso y literal. Si le hablas en generalidades, hará “lo mejor”… que a veces no es lo que necesitabas. Por eso dominar la ingeniería de prompts no es moda: es una habilidad básica de esta era.
Aprende a hablarle a la IA con técnicas de prompt engineering: claridad, contexto y formato para respuestas útiles y creativas.
Lo esencial: un prompt es la instrucción que le das a la IA. Y la regla de oro es simple: la calidad de la respuesta depende de la calidad de la pregunta. Si pides “un paisaje”, te entrega cualquiera. Si pides “un paisaje caribeño al atardecer, con brisa suave y tono nostálgico”, te acercas a lo que imaginaste. En Cartagena sabemos que no es lo mismo decir “llévame a la playa” que “llévame a Castillogrande, por el lado de Los árboles para tener sombra”.
¿Por qué estructurar? Porque la IA no lee entre líneas como un colega con quien llevas años. Un prompt bien armado reduce alucinaciones (respuestas que suenan seguras pero patinan en datos), ahorra tiempo en correcciones y dispara la creatividad. Es pasar de un garabato a un plano claro.
Aquí van las mejores técnicas de prompt engineering, en versión corta:
Sé claro y específico. Cambia “dame consejos para mejorar” por “dame 5 consejos para productividad en trabajo remoto, en lista, con ejemplos”.
Define el rol. “Actúa como un amigo práctico y organizado” o “como profe paciente de matemáticas”. Cambia el lente y ajusta el tono.
Da contexto. Marca, público, objetivo y restricciones (presupuesto, tiempo). Sin combustible, el motor arranca; con contexto, acelera.
Pide formato. Lista numerada, pasos, tabla, 150 palabras, hilo para redes. El molde evita que la masa se desborde.
Incluye ejemplos de estilo. “Quiero un tono coloquial con humor suave, sin jerga”. La IA sigue la huella que le marcas.
Breve pero completo. Nada de paja, pero tampoco omitas lo clave. Piensa en sancocho: ingredientes justos.
Criterios de calidad. “Verifica coherencia y claridad; al final lista posibles errores”. Es tu doble chequeo incorporado.
Itera con intención. La primera respuesta es borrador: “bien, pero agrega ejemplos locales”, “reduce a 200 palabras”, “hazlo más alegre”.
Compara tus prompts para ser más efectivo:—Prompt flojo: “Escribe sobre productividad.”—Prompt con técnica: “Actúa como coach laboral. Escribe 600 palabras, tono cercano y práctico, para jóvenes profesionales en Colombia que teletrabajan. Da 5 consejos accionables con ejemplo y una herramienta gratuita por consejo. Cierra con un párrafo motivador.”
También ayuda poner restricciones y métricas: “usa lenguaje sencillo, evita tecnicismos, 3–4 líneas por párrafo”. Pide tres alternativas y elige. Y si trabajas en equipo, guarda tus mejores prompts como plantillas reutilizables: la oficina del futuro tendrá bibliotecas de prompts, como hoy manuales de marca.
Todo esto se vuelve más valioso con las tendencias recientes: modelos multimodales que entienden texto, voz e imágenes; agentes que encadenan tareas; y modelos más ligeros que ya corren en el celular. En ese mar con viento cruzado, un buen prompt es el timón.
En resumen, las mejores técnicas de prompt engineering no son cosa de ingenieros, sino de comunicadores con intención. Practica, juega, itera. Háblale al oído a la IA con medidas claras y tu toque propio; así, cuando llegue la respuesta, podrás decir con brisa a favor: “¡justo eso quería!”. La IA deja de ser humo y se vuelve aliada cotidiana para ahorrar tiempo, subir la productividad y abrirle la puerta a la creatividad.