Es común ver personas que prestan desprevenidamente sus cuentas bancarias o plataformas financieras para el intercambio de dinero, desconociendo la procedencia de este. Favores como “préstame tu cuenta de Nequi para recibir un dinero, porque el mío no sirve o excedió el límite” o, por ejemplo, “¿Quién tiene efectivo y yo le transfiero?”. En otro tiempo quizá lo habría hecho sin pensarlo, creyendo que era un favor inocente. Pero hoy, tras conocer lo que les ha ocurrido a otros, me recorre un escalofrío de solo imaginarlo.
Cada vez son más los casos de incautos envueltos en problemas legales por prestar sus cuentas digitales a terceros, lo cual parece un gesto de confianza o solidaridad que finalmente puede terminar convertido en una pesadilla jurídica que se convierte en tragedia personal, social y familiar.
Lamentablemente, así operan las redes criminales, necesitan “presta-cuentas” para mover dinero ilícito. Las organizaciones aprovechan la vulnerabilidad de estudiantes, desempleados o cualquier persona con apuros, de esa manera fragmentan el dinero sucio en múltiples transacciones pequeñas para no despertar alertas bancarias.
En la mayoría de los casos, quienes acceden lo hacen de buena fe, sin sospechar que ese dinero es producto de extorsiones u otro delito. El problema es que, ante las autoridades, el titular de la cuenta es el primer responsable, entonces la investigación apunta directamente a quien aparece recibiendo el dinero, es decir, usted, que quizá solo hizo un favor sin malicia. La justicia difícilmente creerá que en verdad no sabía y termina en la cárcel por delitos graves como el hurto, lavado de activos, extorsión, concierto para delinquir, entre otros.
Las consecuencias legales son durísimas, cada delito tiene una pena alta, lo más indignante de esta situación es que, para las autoridades, muchas veces es más sencillo capturar al titular de la cuenta que desmantelar la estructura criminal detrás, al fin y al cabo, sus datos están registrados y tiene una vinculación “supuestamente” directa con el crimen.
Por eso es importante prevenir y no caer en estas trampas. No preste su cuenta, tarjeta, ni sus datos personales, ni permita que terceros registren cuentas a su nombre, por más amigo o familiar que sea, por más apuros que tenga, porque un acto aparentemente solidario o una transacción inocente puede arruinarle la vida.
En últimas, este es una llamado a la conciencia. Vivimos en una época donde las transacciones digitales se han vuelto cotidianas, y con ello han surgido nuevas modalidades de engaño. Hoy la delincuencia juega con nuestra confianza y nuestra necesidad, no permitamos que nos utilicen, mantenga sus billeteras digitales y cuentas bajo estricta privacidad, pues son tan personales como su cédula; no sea parte, ni víctima, de las redes criminales, que un favor, puede salir caro.
*Abogado.