comscore
Columna

De la esperanza al desencanto

“Hoy, casi tres décadas después, el escepticismo es la actitud generalizada y las ilusiones que sirvieron de base a estos proyectos de izquierdas, se desvanecen en la espesa bruma de una estética populista obscena, de símbolos fundacionales...”.

Yezid Carrillo De La Rosa

Compartir

El siglo XXI se inició con la promesa para los latinoamericanos, por parte de una serie de líderes (Chávez, Evo, Correa, Kirchner, Lula y otros), movimientos y partidos políticos de izquierda, de construir un mundo mejor y llevar a cabo una serie de transformaciones que tendrían como propósito, entre otras cosas: lograr la justicia social, luchar contra la corrupción, ampliar la participación ciudadana, superar la pobreza y promover la igualdad material y de oportunidades, que luego se extendió a la lucha por la igualdad de derechos de sectores históricamente excluidos y discriminados (minorías étnicas, afrodescendientes, comunidad LGTBIQ+, etc.).

Hoy, casi tres décadas después, el escepticismo es la actitud generalizada y las ilusiones que sirvieron de base a estos proyectos, se desvanecen en la espesa bruma de una estética populista obscena, de símbolos fundacionales, ancestrales o míticos que nada le dicen al presente, y de una retórica escatológica vacía que hace que, quienes alguna vez tuvieron esperanzas en el Foro de Sao Pablo, hoy experimenten gran frustración y profundo desencanto. Eso parecen indicar los últimos comicios electorales en la región, en donde -excepto Uruguay- todas las elecciones fueron ganadas por movimientos y partidos de derecha. Sucedió en Argentina con Milei (libertarista, minarquista y anarcocapitalista), en Ecuador con Novoa (joven multimillonario); en Venezuela, con la dupla Machado - Gonzales, quienes derrotaron a Maduro (aunque de facto gobierne); en Bolivia, en donde dos candidatos (uno de derecha y otro de centroderecha) pasaron a segunda vuelta, y todo indica que igual sucederá en Chile, en donde el ultraconservador Kast lidera la intención de voto. La pregunta es: ¿cómo se pasó de la esperanza al desencanto? A mi juicio, cinco factores fueron determinantes.

Primero, la herencia autoritaria del presidencialismo y de la vieja izquierda (leninista y estalinista), que alguna vez soñó con la dictadura del proletariado y que estimuló la concentración del poder en algunos líderes (populistas, mesiánicos, autócratas), quienes una vez en el gobierno introdujeron la reelección, socavaron la legitimidad de las instituciones democráticas y cooptaron el poder legislativo y judicial, negando en la práctica uno de los ideales declarados por la izquierda democrática: la ampliación de la participación política y el pluralismo ideológico. Segundo, la corrupción, consecuencia de lo anterior (‘el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente’). Tercero, la ineficiencia en la gestión administrativa. Cuarto, la improductividad económica, debido al excesivo aumento del gasto público, el hiper-asistencialismo de Estado, la desconfianza de los mercados y el conflicto con los sectores productivos que conllevó a que, por ejemplo, países como Venezuela o Argentina hoy sean más pobres que hace 20 años y prácticamente inviables económicamente, o que Bolivia enfrente la peor crisis social en décadas. Finalmente, el fundamentalismo político, la sobreideologización y la falta de autocrítica.

Únete a nuestro canal de WhatsApp
Reciba noticias de EU en Google News