“Te tengo una noticia buena y una mala, ¿Cuál quieres primero?”, comentaban dos cartageneros al son de un tinto en la Plaza de Bolívar, a raíz de la publicación de los resultados del último estudio de calidad de vida de Cartagena Cómo Vamos.
Bueno, el informe de calidad de vida como tal, es quizás la mejor noticia porque ofrece un análisis detallado y documentado que permite a la ciudad y sus dirigentes revisar el rumbo de la ciudad y tomar decisiones informadas sobre la realidad local.
El presente informe, si bien muestra un ‘semáforo’ sobre cómo va cada una de las áreas de la administración local, también muestra desde una óptica integral cómo va la ciudad, no la administración; si no cada uno de los cartageneros que la habitamos.
Ahora sí, la buena, la mejor noticia que registra el informe es que el 85% de los colegios de la ciudad mejoraron sus resultados en las últimas pruebas Saber. Si bien aún estamos lejos de obtener calificaciones que nos permitan mejorar la calidad educativa, se puede decir que vamos en la dirección correcta, pero el trecho para llegar a buenos resultados todavía es alto.
¿Y la mala? La mala es muy mala, la pobreza no cede, el director de este medio habló de un problema estructural, y quizás es una buena manera de resumirlo. La curva que mide las estadísticas de la pobreza en la ciudad se mantienen más bien planas.
A hoy, estas estadísticas las hemos actualizado con la cifra publicada por el DANE, las que muestran para el 2012 que la pobreza monetaria estaba en 42% y en el 2024 es del 41,1%. Las cifras de por sí son malas, y peor si nos comparamos: tenemos un resultado peor que el promedio nacional, que estuvo en 31,8%. De igual manera, la pobreza extrema en el 2012 era del 10% y en el 2024 se ubicó en 13,2%, resultado peor que las cinco principales ciudades del país: Bogotá, 4,4; Medellín, 4,1; Bucaramanga, 7,7; Cali, 7,8; y Barranquilla, 9,2.
Como siempre, me gusta reafirmar que estas no son estadísticas, son personas, y en este caso estamos hablando de cerca de 124.000 personas en Cartagena que ganan menos de $200.000 al mes.
Desde la Fundación Santo Domingo trabajamos incansablemente en dos grandes frentes; el primero, apoyando a programas como CCV para contribuir al fortalecimiento institucional y ofrecer mejor entorno organizacional, que permita proveer a la ciudad la información necesaria para una mejor toma de decisiones.
El segundo gran frente es que buscamos que más personas puedan proveer bienestar a sus familias y hacer de esta una ciudad un lugar más equitativo y sostenible, y lo hacemos desde dos grandes áreas estratégicas: la primera, la promoción del desarrollo urbano sostenible e integral como el logrado en los Megabarrios Bicentenario, en Cartagena, y Villas de San Pablo en Barranquilla. La segunda línea estratégica es la misional, en donde a través de alianzas promovemos grandes apuestas en educación e inclusión productiva, tal como lo hacemos en Barú 2030 y Juntémonos, con otro valioso grupo de aliados.
El llamado también es hacia adentro y que cada organización pública, privada o del tercer sector, revise su contribución. Pero la voz de alarma la encendemos, para que todos como sociedad nos decidamos a trabajar de manera articulada y hacer de la lucha contra la pobreza una cruzada que nos una para que, en 12 años, veamos como esa curva baje a niveles por lo menos iguales a los de las grandes ciudades del país.