En la noche del 29 de julio falleció en Bogotá el ingeniero, historiador y pensador caribeño Rodolfo Segovia Salas, a los 89 años. Su partida cierra un ciclo extraordinario de lucidez crítica, rigor documental y vocación ética. Nacido en Barranquilla en 1936, fue egresado del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y posteriormente obtuvo una maestría en Historia de América Latina en la Universidad de California, Berkeley, además de estudios en desarrollo económico en Francia.
Segovia Salas no solo pensó el pasado, lo interrogó con profundidad estratégica. En su vasta obra destacan títulos como Las fortificaciones de Cartagena de Indias, El lago de las piedras, 105 días y Del galeón San José y otras historias. A través de estas páginas se alza una mirada crítica sobre la historia militar, cultural y geopolítica del Caribe hispano, con énfasis en Cartagena de Indias, ciudad que ayudó a pensar más allá de la postal turística.
Fue presidente de la Academia Colombiana de Historia —el primer cartagenero en ocupar ese cargo— y columnista durante décadas de este querido diario, El Universal. Su voz fue siempre una referencia: serena pero firme, conocedora sin arrogancia, afilada sin estridencias.
Tuve el privilegio de escucharlo y conocer parte de su legado a través de sus sobrinos, el médico Enrique Segovia Brid, quien fue superintendente del Subsidio Familiar, y Ricardo Segovia Brid (q.e.p.d.), director de la Caja de Compensación Familiar de Cartagena. En conversaciones institucionales y familiares surgía, con afecto y admiración, la figura del tío historiador: un hombre que supo habitar con igual rigor los lenguajes de la ingeniería y la historia.
En esa misma época, primero como liquidador del régimen subsidiado en la Caja de Compensación Concaja y después como asesor de la Superintendencia del Subsidio Familiar, coincidí también con el abogado cartagenero Pedrito Tomás Pereira Caballero, entonces secretario general de la Supersubsidio. Eran días de transición y reformas en los que algunos funcionarios evocaban con respeto el pensamiento de Segovia Salas como ejemplo de claridad en la mirada sobre el Caribe y la nación.
Hoy, su muerte nos duele, pero su obra permanece: como brújula intelectual y como invitación permanente a pensar el país desde sus orillas.