Con frecuencia muchos colegas argumentan que Colombia no tiene una visión de largo plazo con proyectos pensados a 20 años o más. También se insiste en que los presupuestos públicos suelen estar atomizados en múltiples proyectos de poco monto, que no transforman la realidad nacional. Lo que vemos en los procesos de planificación y presupuestación son el resultado del país que somos. Muchas veces lo que quisiéramos puede estar muy alejado de la realidad que tenemos.
Los periodos de gobierno son de cuatro años para la administración pública nacional, departamental y municipal. Eso hace que, con los cambios de gobierno, se pierda la continuidad de las políticas públicas planeadas en cada administración. Dado que los tiempos públicos se mueven lentos, en muchos casos una administración alcanza a planificar e iniciar ejecución sin ver los resultados finales de las inversiones.
Ante esta realidad, muchos plantean que se necesita la reelección para tener una mayor continuidad, porque cuatro años es poco lo que se puede ejecutar. Eso quisiéramos pensando que existen gobernantes virtuosos, pero eso se estrella con la realidad de que no necesariamente se reelegirían los buenos gobernantes. Por el contrario, muchos con prácticas poco deseables podrían tener una mayor posibilidad de continuar en el poder.
El hecho de que los recursos terminen invertidos en muchos proyectos pequeños responde a la realidad nacional. En Colombia existen 1.123 municipios, de los cuales hay 414 con menos de 10 mil habitantes, 286 tienen entre 10 y 20 mil habitantes y 273 están entre 20 y 50 mil habitantes. En estos municipios pequeños residen cerca de 19 millones de colombianos, muchos en zonas rurales con precarias condiciones. En suma, para 2025 había en Colombia 861 municipios pertenecientes a las categorías 5 y 6, con poca población e ingresos fiscales insuficientes.
Ante esta realidad del país, es muy seguro que se tengan presupuestos muy atomizados. En esos municipios de poca población las necesidades de inversión suelen ser atendidas con proyectos de poco monto, lo cual no desvirtúa el impacto que puede tener en sus habitantes. Para muchos una pequeña inversión, como la pavimentación de una calle o la construcción de un parque veredal, puede significar el acceso a unos bienes públicos inexistentes.
Muchas veces los pensamientos sobre el futuro del país surgen de colombianos que residen en las grandes ciudades con recursos propios y solidas oficinas de planificación y presupuestación. En las 10 principales ciudades del país reside aproximadamente el 35% de la población colombiana y recaudan cerca del 70% de los ingresos fiscales locales. Esa es una realidad muy diferente a aquella en la que vive un gran número de municipios pequeños con una baja capacidad de gestión.