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Columna

El poder del humor

“Más allá de su función social, el humor es reconocido por la psicología contemporánea como un pilar de la resiliencia psicológica...”.

Elsy Domínguez De La Ossa

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El sentido del humor es una herramienta poderosa para enfrentar el dolor, la incertidumbre y el estrés. Más allá de su función social, el humor es reconocido por la psicología contemporánea como un pilar de la resiliencia psicológica, capaz de transformar la percepción de las dificultades y fortalecer el bienestar emocional.

Shelia Kennison, autora del libro “The Cognitive Neuroscience of Humor” (La neurociencia cognitiva del humor), afirma que el humor activa procesos neurocognitivos que reducen la tensión, mejoran el estado de ánimo y promueven la salud física y mental. Este efecto se enmarca en la psicología positiva, que estudia cómo las emociones agradables, como la risa, pueden mejorar el funcionamiento humano en contextos normales y extremos. Ayse Altan-Atalay y Mustafa Fatih Boluvat, quienes investigan los roles moderadores de los estilos de humor sobre la flexibilidad cognitiva y la depresión, manifiestan que los estilos de humor adaptativo, como el afiliativo (que fortalece vínculos sociales) y el auto-reforzante (que permite reírse de uno mismo sin agresión), se asocian con una mayor capacidad de regulación emocional y niveles más altos de bienestar subjetivo.

El humor también facilita la reinterpretación de eventos negativos, lo que permite a las personas tomar distancia emocional de sus problemas y verlos desde una perspectiva más manejable. Este proceso cognitivo es clave en la resiliencia, ya que permite mantener la esperanza y la motivación incluso en situaciones difíciles.

Promover el sentido del humor desde la infancia es una inversión en salud emocional. Enseñar a los niños a reírse de sus errores, como parte de una historia divertida, a encontrar lo cómico en lo cotidiano y a compartir la risa con otros, fortalece su autoestima, su empatía y su capacidad de adaptación. El humor no elimina el sufrimiento, pero lo hace más llevadero y, en muchos casos, lo resignifica.

En contextos de trauma, como el conflicto armado, la migración forzada o la pérdida de seres queridos, el humor puede ser una forma de resistencia simbólica. Reír no significa negar el dolor, sino reconocerlo sin dejar que nos consuma. Es una forma de recuperar el control, de afirmar la vida y de construir esperanza.

El humor no es solo entretenimiento: es salud, es vínculo, es fortaleza. Su práctica cotidiana puede ser una estrategia accesible y efectiva para fortalecer la resiliencia individual y colectiva en contextos adversos. Quizá el humor no resuelve todos los problemas, pero sí permite reducir la carga afectiva negativa que generan y enfrentarlos con una mente más despejada.

Las opiniones aquí expresadas no comprometen a la UTB ni a sus directivos.

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