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Columna

Salud para mascotas

“Hablar de salud pública para mascotas suena utópico, pero hace poco también parecía exagerado hablar de derechos animales...”.

Enrique Del Río González

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He conocido casos cercanos de personas cuyos perros han enfermado gravemente y el tratamiento veterinario terminó consumiendo todos sus ahorros. La escena es triste, el sufrimiento del animal viene acompañado de un golpe económico enorme, pues los costos veterinarios pueden ascender a cifras enormes.

En Colombia, la relación con los animales ha trascendido la noción de propiedad, hoy se les reconoce como seres con derechos y maltratarlos es incluso un delito, porque las mascotas son parte de la familia y para muchos, un perro o un gato es tan importante como un hijo.

Sin embargo, en materia de salud estos miembros de la familia siguen desprotegidos. A diferencia de un niño con EPS, un perro o gato enfermo depende del bolsillo de su dueño. Y la realidad es dura, ya que una consulta veterinaria común supera los $40.000 y si la enfermedad requiere exámenes, cirugías o internación, la cuenta se dispara. Un día de hospitalización veterinaria puede costar en algunos lugares, hasta medio salario mínimo, una suma imposible para muchas familias.

Algunos se incomodan cuando se equipara una mascota con un hijo, pero la paradoja es que tratar la enfermedad de un animal puede resultar más costoso que la de un niño, porque este por lo menos tiene EPS. De hecho, ya existen planes de salud prepagada para mascotas, con cuotas mensuales que cuestan mucho dinero y no todos pueden pagarlos, además, distan de ser una solución universal, ya que la cobertura es mínima en comparación con lo que cuesta una hospitalización.

De seguir así, pronto solo las personas con mayores ingresos podrán tener mascotas, será un privilegio de unos pocos y eso sería triste, pues quienes más se benefician del amor de una mascota se quedarían sin esa compañía por razones económicas.

Y es cierto que Colombia enfrenta retos urgentes en bienestar animal, desde miles de perros y gatos sin hogar, hasta refugios sin fondos y casos de crueldad que requieren atención prioritaria. Ello, sin mencionar que la salud para los humanos resulta un Niágara en bicicleta, pero eso no impide pensar en un futuro donde nuestras mascotas tengan alguna protección en esa área. Quizá en un mañana podamos lograr que ningún dueño elija entre arruinarse o salvar a su animal, o peor aún, a despedirse de ellos por no tener dinero para costear su recuperación.

Por eso, hablar de salud pública para mascotas suena utópico, pero hace poco también parecía exagerado hablar de derechos animales y hoy es una realidad, así que, cuidar su salud no debería ser un lujo. Ojalá llegue el día en que atender a un animal enfermo no signifique una calamidad financiera, sino un proceso apoyado entre todos, como el reflejo de una sociedad compasiva que no deja atrás a ningún miembro de su familia, sin importar la especie.

Pd: En memoria del gran Apolo y del esfuerzo de sus humanos por salvarlo.

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