Recientemente tuve una conversación en la que se me dijo que Colombia es un país rico porque posee multitud de recursos naturales. Es una afirmación recurrente. Dado que Colombia tiene ingentes (muchas aun inexploradas, pero bastante probables) reservas de oro, tierras raras, petróleo, madera, agua, etc. Colombia es un país rico. La pregunta inmediata que se plantea inevitablemente a continuación es: ¿y por qué, si Colombia es un país rico, la mayoría de los colombianos viven en la pobreza? Las respuestas que se dan acostumbran a ser ideológicas: los colombianos son pobres porque las élites nacionales son un grupo de ladrones; los colombianos son pobres porque el Gobierno es incapaz; los colombianos son pobres porque históricamente poderes extranjeros han robado los recursos nacionales.
En cierto modo, todas las respuestas anteriores son parcialmente ciertas, pero no resuelven el fondo de la cuestión. Lo primero que habría que hacer sería aclarar qué constituye la riqueza de un país. ¿Son sus recursos? Si así fuera, los países más ricos del mundo (si por ricos se entiende aquellos cuyos ciudadanos tienen una renta más elevada) no serían muchas diminutas naciones europeas sin recursos naturales de ningún tipo o, en el otro extremo del mundo, Singapur o Japón, también sin recursos relevantes. Ninguno de estos países tiene grandes recursos, pero sí acostumbran a tener otra cosa: instituciones sólidas. Esto demuestra que la riqueza de un país no viene dada por la posesión de recursos, el beneficio de cuya explotación rara vez revierte en la ciudadanía (quizá con la excepción de Noruega y su petróleo), sino que la riqueza es el resultado de una ciudadanía formada, productiva y, por ello, capaz de obtener rentas elevadas. Y para que exista esta ciudadanía es necesario que haya instituciones sólidas que les permitan formarse (educación de calidad), que les permitan producir (seguridad jurídica y propiedad intelectual garantizadas) y que les permitan conservar sus rentas (propiedad privada asegurada).
De nada sirve tener toneladas de oro bajo tierra si tus ciudadanos son en un elevado porcentaje funcionalmente analfabetos. La riqueza no está enterrada, sino escrita en buenas leyes, en buenos políticos y en ciudadanos dignos de tal nombre. La receta para el desarrollo son las buenas instituciones políticas y económicas y éstas no son otras que aquellas que componen la democracia liberal y el libre mercado (con espíritu social).