Flotamos en la era de la mediocridad. Se ha politizado la ignorancia. Vivimos una guerra cultural que más parece una guerra contra la cultura. Lo que algunos promueven es un apocalipsis cognitivo: el desconocimiento es el combustible del populismo. Y el populismo es incompatible con el progreso. Nada sirve más a un joven que el estudio, el esfuerzo, los libros y el conocimiento. Nada paraliza más que el victimismo y la ficción de los derechos infinitos. El socialismo es pan para hoy y hambre para mañana.
A los jóvenes hay que respetarles su inteligencia diciéndoles la verdad. Y la mayor de las verdades es que su destino está en sus manos y depende solo de ellos. Su futuro no depende de ningún político ni de derecha ni de izquierda. No está en manos del gobierno. Hay una cosa extremadamente perjudicial para el crecimiento de un joven: “el papá Estado” que promete como si el dinero cayera del cielo. Y no cae. El Estado no es un manantial de recursos infinitos. La promesa de igualarnos a todos por lo bajo para acabar con la desigualdad es absurda. No se lucha contra la pobreza acabando con la riqueza.
El socialismo promete prosperidad, pero reparte pobreza; promete unidad y reparte odios y discordia. El socialismo promete un mejor futuro, pero siempre nos regresa a la oscuridad del pasado. El socialismo es una ideología basada en la ignorancia y siempre dará lugar a la tiranía. Profesan el amor a la diversidad, pero insisten en la conformidad absoluta y la igualdad. No se trata de justicia o beneficiar al pobre… es solo sobre dominio para quien manda y está en el poder. Entre más superioridad tienen, más quieren.
Hablan de libertad, diversidad y leguaje incluyente. Esto abre puertas engañosas a los jóvenes con ganas de comerse al mundo y que cuestionan permanentemente sin haber vivido lo suficiente. El socialismo, al buscar igualdad de resultados, puede eliminar los incentivos para trabajar duro, prepararse y ser más productivo.
No podemos seguir aplaudiendo batallas que harán de nuestros jóvenes seres cuya única lucha sea para conseguir más cosas gratis al menor esfuerzo. Moceríos disputando derechos que no se han ganado, por los que no trabajan y ni si quiera se preparan. Muchachos que crezcan pensando que la riqueza llega sola o mal habida. Que no es el resultado del estudio, el trabajo y los desvelos. Que entiendan que para llegar a la cima hay que ensuciarse, romperse las manos y tener paciencia. Pero lo más importante, que deben educarse bien para lograr metas y tengan la certeza que hay que tomar medidas para destacarse y hacer la diferencia.
El lenguaje del odio, las manifestaciones, y la lucha de clases no son educación. La única manera de salir de la pobreza es instruyéndose, trabajando, emprendiendo y entendiendo que somos los responsables de generar nuestros ingresos para vivir.