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Columna

Mi Convalidación

“Más allá de los títulos extranjeros, está el atentado contra el derecho al trabajo, al buen nombre profesional y a la dignidad de los que nos lanzamos a travesías académicas en tierras lejanas, donde muchas veces nos valoran más”.

Doris Ortega Galindo

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“Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades”: ‘Don Quijote de la Mancha’, Miguel de Cervantes Saavedra.

A muchas personas en este país, incluyéndome, nos ha tocado enfrentar largos procesos, con negativas reiteradas y costos elevados al intentar convalidar nuestros títulos académicos obtenidos fuera del país. Este trámite, siendo indispensable para ejercer en Colombia, sobre todo en el ámbito académico, ha dejado a muchos profesionales en situación de incertidumbre y frustración.

La convalidación de títulos es un proceso administrativo que reconoce la validez de un título extranjero en Colombia, permitiendo a su titular ejercer profesionalmente en el país. Este proceso se lleva a cabo a través del Ministerio de Educación Nacional. Y es que este trámite además de resultar confuso, caro, frustrante, es absurdo, ya que el principio de la buena fe no existe ni para él convalidante, ni para el país que expide la titulación. Pero el problema más grande parece estar basado en la sospecha o desconfianza, no solo en el ciudadano, sino en las instituciones educativas extrajeras y en los convenios internacionales.

Al tenor de la norma vigente, debería ser relativamente fácil y rápido hacer la convalidación. Con esta, el Ministerio de Educación quiere asegurarse de que los documentos aportados sean reales y que la universidad forme a la persona en lo que dice el diploma, según criterios de calidad reconocidos internacionalmente.

Lo anterior incluye varias etapas, desde el registro en la plataforma hasta la notificación de la decisión final. Aunque el Ministerio de Educación asegura que el proceso debería tomar entre 60 y 180 días, no obstante, por experiencia propia, los tiempos se extienden demasiado, muestra de ello son los dos años que tardó mi Resolución 011464 de junio 6 de 2025, con la cual se me convalida mi título obtenido en la Universidad de Barcelona; lo anterior se obtuvo por una acción de tutela que me falló a favor un juzgado de Cartagena.

Mientras llegan las posibles soluciones, quizá por vía de reforma legislativa, hay decenas de colombianos varados con títulos que, al menos ante los ojos de este país, no existen; como efectivamente me pasó a mí cuando un decano, de una reconocida universidad, prescindió de mis servicios desconociendo mi trayectoria docente investigadora; siendo que cuando yo entré a esa universidad por concurso de méritos, no se requería. Pero más allá de los títulos extranjeros y del reconocimiento que a través de la convalidación se obtiene, está el atentado contra el derecho al trabajo, mayormente si este es académico; al buen nombre profesional y por consiguiente a la dignidad de los colombianos que nos lanzamos a travesías académicas en tierras lejanas, donde muchas veces nos valoran más: “Nadie es profeta en su tierra”.

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