La reciente fiesta de cumpleaños de un joven estrella del fútbol español, desató una fuerte polémica al saberse que en la celebración se contrató a varias personas de baja estatura como animadores, lo que generó críticas inmediatas e incluso una investigación de oficio por posible trato denigrante. El Ministerio de Derechos Sociales pidió indagar el caso y lo tildó de práctica “medieval”, mientras una asociación de discapacidad anunció acciones legales por vulneración de la dignidad humana.
La indignación tiene contexto histórico, pues durante siglos las personas con enanismo fueron exhibidas como curiosidades en cortes reales y circos. En la Europa premoderna, los ‘enanos de corte’ eran sirvientes que nobles se intercambiaban o regalaban, y hasta entrado el siglo XX los circos incluían ‘rarezas’ humanas, gigantes, siameses, albinos o enanos, para divertir al público. Hoy esa cosificación resulta inaceptable y las leyes tanto en España, como en muchas partes del mundo, prohíben espectáculos que se burlen de las personas con discapacidad. Por eso algunos activistas sostienen que permitir estas “atracciones” perpetúa estereotipos y mercantiliza a todo un colectivo, primando la risa fácil sobre su dignidad.
Sin embargo, no todos los implicados se sienten víctimas. Uno de los artistas con enanismo que animó la fiesta declaró que nadie les faltó el respeto y pidió que los dejaran trabajar en paz, pues él y sus compañeros, contratados por una empresa de espectáculos, aseguran que todo transcurrió con normalidad y que el escándalo se debe únicamente a que el cliente era famoso.
Este animador arremetió contra quienes buscan prohibirles ese oficio, calificando de “acomplejada” a la dirigente de la asociación que los denunció. Criticó que se intente vetar su trabajo sin ofrecerles alternativas y recalcó que ellos conocen sus propios límites y saben perfectamente que no son monos de feria, pero que, merecen la oportunidad de trabajar como cualquier otra persona, siempre que se les trate con respeto.
El tema es complejo, porque a estas alturas no se sabe dónde termina la protección legítima de un grupo y dónde empieza el paternalismo. Es más, incluso en actividades, como la pornografía o la prostitución, es permitido que participen, por ser legal siempre que medie consentimiento.
Entonces prohibir a adultos con enanismo ejercer el entretenimiento, si así lo desean y sin burla de por medio, sería una ‘inclusión’ mal entendida, pues, en nombre de defender su dignidad, se les negaría su autonomía y resulta que la defensa de la no discriminación no puede ser por sí misma discriminatoria; porque nadie debe excluirse de donde no lo han excluido, en nombre de la inclusión, ya que esta para ser auténtica, debe respetar tanto los derechos como la libertad de quienes se pretende proteger.
¡La discusión es álgida y está abierta!