El discurso político no puede ser un arma contra el otro. El respeto por las diversas ideologías políticas es parte fundamental de la solución a los conflictos sociales.
Sin embargo, cuando las ideologías están al servicio del poder y del dinero, se desvirtúan los valores, principios, ideas y creencias que deberían guiar la conducta, el pensamiento y la organización de una sociedad.
Parece que la propuesta dominante de organización social es: “yo siempre tengo la razón”. Esta idea se ha convertido en una especie de máxima histórica dentro del concepto de ideología, tanto en nuestro país como en el mundo.
Los postulados de las diferentes corrientes ideológicas no son propiedad ni mucho menos patrimonio exclusivo de ningún partido político. Por un lado, la bandera de la justicia social izada desde el comunismo; por otro, la búsqueda de equilibrio entre izquierda y derecha que propone el centro; y también el orden y la defensa de la propiedad privada que reivindica la derecha. Ninguno de estos principios debería ser monopolio de una sola visión: son columnas fundamentales de una sociedad sana, que busca construir un Estado fuerte a partir del diálogo entre miradas diversas, no de su enfrentamiento.
La vida, como las circunstancias, las relaciones o la tecnología, se transforma a cada segundo. Por eso, es real y urgente comprender que cada instante puede traer consigo una nueva oportunidad, y que su valor radica precisamente en la diversidad de opiniones y visiones del mundo. Porque los seres humanos quienes damos sentido y forma a estos sistemas de pensamiento somos distintos, y en esa diferencia habita la armonía de la vida, siempre que el poder y el dinero no sean el centro desde donde todo orbita.
La vida encuentra su verdadera armonía: en la diferencia, en el encuentro, en el respeto mutuo.
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Carmen Hernández Merlano es escritora, facilitadora de procesos de transformación personal y autora del libro Fragmentos del alma, una obra que invita a la introspección, la sanación y la reconexión con lo esencial del ser humano.