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Columna

‘Se lava la olleta, pero no el molinillo’

“Produce dolor ver llegar a la clínica a esos niños, con el aliento fétido, con los dientes llenos de sarro y de alimentos fermentados, como consecuencia de...”.

RICARDO CHICA GELIS

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En 1939 Arístides Paz Viera era el Técnico de Higiene Municipal de Cartagena y ese año describió el difícil panorama de la salud pública y la ignorancia generalizada sobre el funcionamiento institucional de la salud, los cuidados preventivos y la educación sexual. Señaló la ineficiente gestión de salud, el mal manejo de estadísticas, el exiguo presupuesto y la suspensión de servicios de protección infantil y laboratorios.

Y continúa: “Lucha antivenérea. Adolece del mismo mal que en todo el país, es unilateral. Se puede utilizar la expresión gráfica, ya muy común, para significar el error contra la blenorragia en Colombia: ‘Se lava la olleta, pero no el molinillo’. Por lo demás, a nadie se le escapa que la lucha antivenérea es incompleta por varios factores: por la índole de nuestro pueblo, por la falta de educación sexual, por la incomprensión de nuestros legisladores para dotar esta campaña de suficiente dinero, etc.” (Anales del Concejo, diciembre de 1939, Año III, N° 100, Pág. 23).

Con “índole de nuestro pueblo” el funcionario hizo referencia a las “conductas licenciosas y lascivas”, relativas al estereotipo eugenésico instalado en las creencias de la élite local y andina frente a negros e indígenas. Un criterio que se generalizó en todo asunto público y muy difundido por el cine comercial, educativo y de salubridad de la época. Por su parte, Gonzalo G. Jánica, en su calidad de Dentista Escolar del Municipio manifestó el mismo año y, en el mismo documento, la ineficacia de las películas y otros medios para educar a la gente en materia de salud dental:

“En realidad produce dolor y lástima ver llegar a la clínica a esos niños, con el aliento fétido, nauseabundo, con los dientes llenos de sarro y de alimentos fermentados, como consecuencia de que jamás no sólo no han usado, sino que ni siquiera han visto un cepillo de dientes (…) Este problema escolar de incalculable trascendencia para el porvenir de los educandos, como lo es sin duda el que se relaciona con la dentadura, me hace pensar que en vez de conferencias, exhibición de películas y demás medidas educativas que se emplean para inculcar a los escolares el aseo de la boca, debiera el Municipio, en vista de la ineficiencia de tales medios de persuasión, adquirir toda cantidad necesaria de cepillos para ser repartidos entre los estudiantes, a fin de que sea de una manera práctica como se les enseñe a velar por la buena conservación de cosa tan importante como lo es, indudablemente, la boca, la cual sin una higiene completa y permanente acarrea no pocos males en la vida” (Pág. 25).

Menos cine y más cepillos de dientes y ‘se lava la olleta, pero no el molinillo’, señalan la histórica desconexión entre instituciones y sociedad. De ahí que la historia social del cine puede esclarecer aspectos del devenir urbano de Cartagena.

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