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Columna

La lectura

“En medio del ritmo acelerado de mi vida, la lectura ha sido mi refugio, me invita a pensar y a mirar el mundo con otros ojos...”.

VIVIAN ELJAIEK JUAN

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Cuando era niña, recuerdo a un señor que llegaba a casa, tocaba el timbre y dejaba un suplemento debajo de la puerta principal. Era una especie de revista llena de carátulas de libros con sus nombres y autores, donde hacían una pequeña reseña de cada uno y anotaban el valor de venta. La revista se llamaba El Círculo de Lectores, creada originalmente en España en el año 1962; fue un proyecto editorial de gran envergadura y trascendencia en el siglo XX. Fue una fuente de conocimiento, cuya intención era crear hábitos de lectura en la población. Tuvo más de un millón de suscriptores, alimentando a las casi inexistentes bibliotecas de los hogares latinoamericanos. Tenía yo alrededor de 10 años y mi madre me compró algunos, fue en ese momento cuando tuve mis primeros contactos con la lectura. Empecé a leer obras importantes que complementaban las que eran obligadas en la secundaria. Estuve inscrita a la revista durante cinco años, hasta que llegué a la adolescencia y mis prioridades cambiaron, dejando a un lado este hábito: ninguno de mis amigos o mi novio lo hacía, por lo que me sentía un poco como “bicho raro”. El tiempo pasó, fui a la universidad, regresé al país, empecé a trabajar y mi curiosidad intelectual por la lectura se despertó nuevamente. Leía mucho acerca de psicología en el trabajo y temas de autoayuda, tratando de fortalecer mis competencias humanas para ser una mejor líder. Estos libros me enriquecieron y me ayudaron no solo a ser mejor persona, también me permitieron contar con herramientas para educar de una manera diferente a mis hijos, estableciendo como prioridad la importancia de las relaciones, la humildad para reconocer errores y la empatía para ponerse en el lugar de otros. En pocas palabras, cómo ser una persona íntegra y útil a la sociedad, aplicando una serie de valores que nos fortalecen para vivir en armonía.

En medio del ritmo acelerado de mi vida, la lectura ha sido mi refugio, me invita a pensar y a mirar el mundo con otros ojos. Un día me enteré de un club de lectura que una amiga tenía con un grupo heterogéneo de amigos y le pregunté si podía participar, esto hace más de 10 años; pude comprender entonces puntos de vista distintos al mío, y ampliar mi universo mental. En este mundo saturado de estímulos breves y superficiales, sumergirse en una lectura profunda no es un lujo o pasatiempo menor, es un camino hacia una vida más consciente, que nos lleva a ser libres.

Informarse no es lo mismo que leer, solo la lectura reflexiva nos libera de pensar como todos, comprender qué está pasando con una mirada propia. Leer no solo informa, también transforma, nos obliga a organizar nuestras ideas para argumentar y tomar decisiones informadas. “Un libro puede no cambiar al mundo, pero sí cambia al lector”.

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