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Columna

Humberto “Tico” Rodríguez Puente

“Tico es un hombre que hizo de la belleza su filosofía y de la estética su norma de vida, donde las cosas son bellas o no son...”.

GABRIEL RODRÍGUEZ OSORIO

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Es tal vez el último dandi que queda de esta atrafagada vida moderna, donde los buenos modales y la decencia han ido perdiendo su esencia para darle paso a una vertiginosa amalgama de comportamientos no santos, a la tergiversación de los valores y una desmedida propensión al mal gusto y a lo grotesco.

George Brummell ha sido considerado como el padre fundador del dandismo en la Europa del Siglo XIX, fue icono de la moda masculina en los tiempos de los Jorges, reyes ingleses de la dinastía Hannover. Brummell, al lado de Tico, es un monje tibetano, porque Tico tiene el sabor del hombre caribeño. Un hombre hecho en la universalidad del mundo Caribe.

Forjado en el crisol de sus amistades, un hombre de mundo, circunscrito a su patio, al ámbito de su aldea, de la que estoy seguro jamás querrá desprenderse. Ya lo decía García Márquez: “Mi fisiología funciona mejor cuando estoy en el Caribe”. Y lo ratifica ampliamente en Cien años de Soledad; la región es el universo, el mundo es una aldea.

Tico es un hombre que hizo de la belleza su filosofía y de la estética su norma de vida, donde las cosas son bellas o no son. Ya decía el poeta Charles Baudelaire, el dandi es alguien que cultiva su yo como una obra de arte, y Tico lo ha hecho a su medida.

Un hombre untado de la universalidad que da la escuela de la vida, que tiene la mundanidad de haberse “bañado en todos los aguaceros”. Tico, como la cuenca del Caribe mismo, es una síntesis de tantas culturas mezcladas, que nos llegaron por el mar Caribe, el “Mare Nostrum”, el mar de la civilización.

El dandismo nace del romanticismo y la bohemia del siglo XIX en Francia e Inglaterra, y en el fondo no es más que una protesta estética contra la mediocridad, el mal gusto y la chabacanería. Y quién más que Tico, un personaje sublimado por el esteticismo, un romántico empedernido, que tiene entre sus predecesores a nada menos que hombres de la talla de Boni de Castellane; “Rey de los boulovardiers”, aristócrata, rey del buen vestir, coleccionista de arte, hombre de mundo, bohemio, dandi emblemático de mitad de siglo XIX.

Rodríguez Puente, un hombre hecho a pulso, personaje con gran sentido cívico, concejal, alcalde (e), gobernador y no quiso ser ministro, ni dedicarle más tiempo a la política porque se dedicó a sus negocios personales como arquitecto, donde ha sido muy exitoso. Con mucha visión, creó el paradigma que los centros comerciales deben estar inmersos en las poblaciones de estratos económicos medios, que es el estrato donde radica la pujanza de un pueblo. A muy temprana edad, decidió destacarse y no ser un individuo más en la masa informe de nuestra comunidad; quiso sobresalir no como un deseo únicamente personal, sino como un deber que se tiene con la familia, los amigos, la comunidad a la que pertenece y a la sociedad humana en general.

*Arquitecto.

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