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Columna

Urge la transformación del tejido social en Cartagena

“Esto no lo vamos a resolver sólo con más policías, drones o alarmas. La herida es profunda, y solo empezará a sanar cuando lo social sea prioridad de verdad en la agenda de la ciudad”.

Javier Julio Bejarano

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Déjame contarte tres historias, tres hechos ocurridos en diferentes estratos sociales, protagonizados por jóvenes con realidades distintas en los últimos tres meses en Cartagena, pero que reflejan lo mismo: un tejido social que sigue en grave deterioro.

Lo que vivimos no es sólo producto de la inseguridad, la delincuencia común o el crimen organizado. Es más profundo, es consecuencia de la acumulación de años de abandono, de falta de oportunidades reales y una profunda desigualdad que persiste.

Es un problema estructural que nos afecta a todos, y que como sociedad aún no hemos decidido enfrentar con rigor y contundencia.

Empecemos por el caso más reciente: Seili Paola, joven psicóloga de 28 años con sueños y vocación de servicio. Trabajaba en Transcaribe. Fue asesinada de un disparo en la cabeza en una discoteca del barrio El Bosque, por un joven que, creyéndose un ‘gangster’ de videoclip, disparó como si su arma fuera un juguete. Ese disparo apagó una vida valiosa y sepultó su propio futuro.

Un mes antes, en Bocagrande, un joven junto con varios amigos atacó a una madre y a sus hijas turistas. Les dispararon con balas de goma desde una camioneta de alta gama, como parte de un supuesto ‘juego’. ¿En qué momento jóvenes con privilegios encuentran diversión en dañar al otro?

Y en mayo, en medio de las lluvias, jóvenes de barrios populares se enfrentaron con piedras, machetes y armas hechizas. Muchachos que se han creído que su futuro está en ser el ‘capo’ del barrio, y que ven en la violencia una forma de existir, de sobresalir..., aunque sea desde el miedo.

Tres hechos. Tres contextos. Una misma alerta: urge una verdadera transformación del tejido social en Cartagena.

Esto no lo vamos a resolver sólo con más policías, drones o alarmas. La herida es profunda, y solo empezará a sanar cuando lo social sea prioridad de verdad en la agenda de la ciudad.

Necesitamos una renovación social y cultural que se inicie en casa, en la escuela, en la comunidad y en el Gobierno, colocando los recursos necesarios en función de esa ardua labor; donde el ejemplo a seguir no sea el delincuente, sino el docente, el deportista, el profesional, el artista, líder del barrio. Que este proceso se soporte en una verdadera innovación de cultura ciudadana.

Si no actuamos ya, lo que está en juego no es solo la seguridad, es el futuro mismo de Cartagena.

*Concejal de Cartagena.

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