Todas las noches, antes de caer dormida, pienso en lo que fue mi día y por lo que debo dar gracias. También trato de planear mi semana y las múltiples cosas pendientes que debo hacer. Últimamente, antes de que me venza el sueño, me llega una pregunta: ¿en qué pensará nuestro presidente cuando pone la cabeza en la almohada?

Por una democracia más deliberativa
Yezid Carrillo De La RosaSe llegan a mi mente mis mil ideas locas que escribo con la certeza de que los lectores pensarán en muchas más. Concluyo, por sus acciones, que debe pensar con quién se casará la pelea de la semana y en su constante irresponsabilidad al hablar y cavilar que puede enfrentarse a Donald Trump. Imagino que piensa que es invencible ante el monito frenético, quien, a pesar de su bronceado y rubio cabello, no podrá con el resultado de la cirugía plástica de nuestro mandatario, a la que yo no le he visto ningún beneficio. Rumiará en poner a los colombianos al borde de una crisis de pasaportes sin antecedentes porque no le da la gana de renovar el contrato con Thomas Greg & Sons. En su díscolo pensar, él es tan omnipotente que ignora todas las recomendaciones, la renuncia de 3 cancilleres y vuela cabezas para entregar la tarea de expedir los pasaportes a quienes no tienen la experiencia técnica para ese fin, porque beneficia sus intereses personales.
¿Será que se pregunta dónde anda la primera dama? ¿Dónde estará bailando? ¿Seguirá en Europa indefinidamente? Eso no parece quitarle el sueño. Creo que está más interesado en meterse en los problemas de Israel, mientras escribe en el diario Inglés The Guardian pidiendo acciones contra ese país por sus actuaciones contra el pueblo palestino. A lo mejor divaga buscando un lugar del viejo continente para perderse por asuntos personales. ¿Lo desvelarán los problemas de sus hijos, como a cualquier padre responsable?, creería que no. No tiene apego emocional a nadie. El pobre no tiene tiempo para eso. Prueba de esto es que su amiga incondicional, Laura Sarabia, finalmente se va del Gobierno como todos los que esquivan sus deseos. Pierde un aliado más sin que esto rompa el escudo que lo hace sentir invencible. Es claro que quien estorbe debe estar lejos de él.
Me pregunto si de noche planea sus largos discursos de poeta revolucionario. Un día predice el fin del capitalismo desde un balcón y el otro compara el café con el oro intergaláctico. ¿Tomará pastillas para dormir? Solo así podría justificar su propuesta de trenes intercontinentales de las que uno no sabe si reír, aplaudir o buscar subtítulos para entenderla. Vende sueños imposibles con frases épicas, ideas confusas y duendes energéticos. Transporta el gas por líneas eléctricas, congela tarifas por decretos mágicos y promete acabar el hambre matando empresas productivas con impuestos.
Aunque sus pensamientos no me desvelan, sí lo hacen sus acciones. Me preocupa el futuro que este soñador está labrando a nuestros hijos...