Nuestra madre del cielo, la Virgen María, ha sido nombrada con innumerables títulos y advocaciones, debido a las muchas manifestaciones a las que Dios la ha enviado, a lo largo de la historia de los pueblos. En sus múltiples apariciones desde hace 44 años en Medjugorje (Bosnia-Herzegovina), se le conoce como María, Reina de la Paz.
María nos llama a la conversión, a volver a Dios con todo el corazón, para que podamos construir la paz entre los hombres. Ella nos invita a dejarnos amar por Nuestro Señor Jesucristo y nos repite: “Hagan lo que Él les diga”.*
Nuestra Madre nos anima a rezar el Santo Rosario desde el corazón, a participar en la Sagrada Eucaristía, a leer y meditar la Biblia, a practicar el ayuno y a confesarnos al menos una vez al mes.
Cuando rezamos el Santo Rosario con regularidad, de la mano de María, no solo participamos de su labor intercesora ante su hijo, sino que también nos sumergimos en la historia de gozo, pasión, gloria y luz de Nuestro Señor Jesucristo. Así comprendemos mejor el plan de salvación que Dios tiene para la humanidad y para cada uno de nosotros.
En cuanto a la Eucaristía, María la reafirma como el centro de nuestra vida espiritual. Cristo mismo se hace pan en su palabra y se nos entrega con su cuerpo, alma y divinidad en la santa hostia consagrada. En esa comunión con Cristo aprendemos a amar a los demás como verdaderos hermanos.
Al meditar la Biblia, vemos cómo Dios ha acompañado a su pueblo, buscando siempre su felicidad. Él escoge a personas comunes, con problemas, con vidas no muy santas, y transforma su corazón y su existencia. Cuando experimentamos su amor misericordioso y nos sentimos hijos amados por Él, recuperamos la dignidad y el deseo de vivir con integridad, con sentido de eternidad y plenitud. Solo nos pide ser humildes y dejarnos amar por Él.
El ayuno es también una práctica que la Virgen nos pide con insistencia. Unidos a Jesús, el ayuno produce grandes frutos para las almas. La confesión, por su parte, es un baño espiritual que nos hace más conscientes de nuestras faltas de amor y de coherencia con el plan divino; nos reconcilia con Dios, nos purifica y permite que la Santísima Trinidad habite en nuestro interior.
Este fin de semana, Cartagena se ve privilegiada con un evento en el Seminario Provincial San Carlos Borromeo, donde muchas personas se han congregado para meditar en los importantes mensajes de nuestra Reina de la Paz. Son mensajes sencillos y profundos que buscan atraernos hacia el infinito amor de Dios y de su santísima madre.
Aprovechemos esta valiosa experiencia para que Jesús reine en nuestros corazones y en nuestras acciones, sostenidos por la intercesión de nuestra madre, y así seamos instrumentos de paz en sus manos.