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Columna

Algo va de Galeno a Maquiavelo

“Para entender semejante despropósito en contra de la Misión Médica, basta cotejar las enseñanzas éticas de Galeno, Padre de la Medicina, con las instrucciones de Nicolás Maquiavelo, patrono de los políticos sin alma...”.

HENRY VERGARA SAGBINI

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El segundo de mis hijos, hecho a pulso como la inmensa mayoría de los médicos de este país, cirujano de urgencias por vocación y convicción, fruto del esfuerzo de una familia clase media, creyentes en Dios, jamás en el narcotráfico, agredido salvajemente durante la pandemia de Covid-19: trauma craneoencefálico por cuenta del familiar de un paciente, quien hizo eco de las declaraciones irresponsables del ministro de Salud del presidente Iván Duque, Fernando Ruiz Gómez, quien aseguró textualmente: “Los médicos se enriquecen con hospitalizaciones innecesarias y reciben jugoso porcentaje sobre cremaciones”. Mi muchacho está vivo de milagro en un país acostumbrado a maltratar a los ‘Guerreros mansos de bata blanca’. Las cifras son aterradoras: entre 1958 y 2019, 826 casos; en 2023, 9; en 2024 continuaron crímenes y desapariciones forzadas. Cuando creíamos haber aprendido la lección, escuchamos injurias y calumnias cargadas de odio contra los discípulos de Galeno por cuenta ¡Válgame Dios! del mismísimo presidente Gustavo Petro, señalándonos de “vampiros, inoperantes, clasistas, hijos de narcotraficantes, perezosos, a quienes poco les importan los marginados, hablado paja, tomando tinto”.

Para entender semejante despropósito en contra de la Misión Médica, basta cotejar las enseñanzas éticas de Galeno, Padre de la Medicina, con las instrucciones de Nicolás Maquiavelo, patrono de los políticos sin alma: ‘El fin justifica los medios’, mientras Galeno ordenaba: ‘Lo primero es no hacer daño, no hay enfermedades, sino enfermos y TODOS merecen respeto’. Sin embargo nuestro presidente, economista egresado de universidades privadas y costosas: Externado, Javeriana, Católica de Lovaina y Salamanca, utiliza discursos incendiarios obedeciendo a Maquiavelo, desviando la atención sobre la crisis que nos asfixia, dejando inmaculada su imagen política a pesar del cataclismo del sector salud, donde médicos y pacientes somos víctimas, jamás victimarios. Pero ‘el tiro le salió por la culata’: en medio del escándalo mediático, Petro no verificó el desastre de sus dos referentes ideológicos que intenta poner de ejemplo: Cuba y Venezuela presentándolos como modelos, pero la realidad es tozuda: otrora símbolos de cooperación internacional, formación aquilatada y gratuita, hoy sus Facultades de Medicina, marchitas y arruinadas, no son referentes para nadie en sano juicio y, sus prestigiosos docentes, en desbandada buscaron horizontes democráticos para ellos y sus familias.

En Venezuela, instituciones universitarias también agonizan víctimas del ‘Chavismo Salvaje’, por el contrario, duélale a quien le duela, en Colombia, la Universidad Nacional, Universidad del Valle, Universidad de Antioquia y nuestra bicentenaria Universidad de Cartagena, germinadas de las manos libertarias de Bolívar y Santander, todas ellas públicas, son ponderadas, y si de atención a pacientes se trata, venezolanos y cubanos cruzan fronteras limosneando servicios que su patria les niega: escasez de insumos, colapso de red pública: equipos médicos peligrosamente reciclados. Vergonzosa y apocalíptica realidad de dos pueblos hermanos: facultades médicas, antes verdaderos faros, hoy en total oscuridad. Sin embargo, le sobran razones a Petro en cuanto a las tertulias cafeteras: los médicos cubanos y venezolanos no conocen el tinto, solo el séquito de Maduro y los herederos de Fidel ostentan semejante privilegio.

Ojalá los asesores que hablan al oído de Petro le recuerden que, durante la pandemia de Covid-19, producto de contagios y 88 viles atentados, fallecieron alrededor de 400 integrantes de la Misión Médica, ningún economista.

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