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Columna

Crecer desde lo intangible

“En contraste, lo intangible se presta a la incertidumbre por ubicarse en la inmaterialidad y obedecer a lógicas transitorias...”.

Francisco Lequerica

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El patrimonio material, el gran generador de réditos del Distrito de Cartagena, posee una forma física, estática, definitiva. Es su cualidad, pues lo tangible es fidedigno de ser real; lo perceptible en el espacio cartesiano, la pesada piedra que resiste al embate secular de corsarios, no admite duda acerca de su existencia. En contraste, lo intangible se presta a la incertidumbre por ubicarse en la inmaterialidad y obedecer a lógicas transitorias, evolutivas, polifacéticas; aunque irrefutable, no opera en plano idéntico a los objetos sino en su complemento. Los epítetos del Distrito —turístico y cultural— aluden a la dualidad del legado por representar: la doble apelación sugiere que una dimensión de nuestra esencia es indisociable de la otra; tal premisa alude a grandes interrogantes de la filosofía universal, ineludibles para la condición humana desde sus albores.

En nuestro borrascoso siglo, la fagocitación del arte y la cultura por los avasalladores paradigmas del entretenimiento de masas —volcado en facilitar intereses políticos, para mayor inri— limita el acto creativo a la estéril ornamentación de espacios prefabricados dominados por lógicas mercantilistas, privando con ello a la ciudadanía del vital acceso a una referencialidad simbólica, semántica, espiritual, ética y estética. Estas tendencias masificadas no han ayudado a que gobiernos y élites económicas disciernan el valor real de lo inmaterial ni, crucialmente, su capacidad de generar crecimiento tanto en lo económico y tangible como en otros innumerables aspectos, ya que “no sólo de pan vivirá el hombre” (Mt 4:4). La prioridad de artistas, creadores, cultores y demás protagonistas de lo intangible, en la coyuntura actual, es divulgar su valor mediante actos y obras pedagógicas que aclaren las correspondencias entre los patrimonios material e inmaterial y los beneficios que arrojaría su armonización, a la intención de quienes detentan la oportunidad de incidir desde lo tangible.

Hibridando los lenguajes populares del Caribe colombiano con lo académico universal dentro de mi misión creativa de extender la envergadura y el alcance de nuestro repertorio, una de mis obras para piano se titula “Las Fortificaciones de Cartagena de Indias”: consiste en 36 piezas tituladas según cada una de las estructuras de nuestro patrimonio. Labor evocativa de obligada deuda estética al precursor que fue Mejía, se proyecta como un libro expansivo yuxtaponiendo partitura, imagen y texto alusivos a un itinerario patrimonial simbólico por la Heroica. Habiendo escrito 4 de las piezas, con fervor y pertenencia apelo a la formación de alianzas para realizar esta nueva maniobra, cuyo propósito es demostrar que conectar patrimonios multiplica su potencial y rendimiento, y que apoyar lo intangible es un buen negocio.

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