comscore
Columna

Acerca del caos y la insensatez

“Se trata de un liderazgo mezquino e insensato que pareciere no interesarle solucionar los problemas centrales del país...”.

Yezid Carrillo De La Rosa

Compartir

Si un observador imparcial y objetivo decidiera describir el estado actual del país, sin duda aprobaría usar los siguientes dos adjetivos: “caótico”, para calificar la realidad político-social, e “insensato”, para hacer lo propio con el liderazgo político-institucional.

Una realidad caótica que incorpora al menos tres situaciones. La primera, que podríamos denominar de crisis sistémica (multi-crisis) y que se materializa en asuntos tan sensibles como la pérdida del monopolio legítimo de la violencia y de vastos territorios que hoy son controlados por grupos armados ilegales; como la salud, cuyos problemas de financiamiento, acceso a servicios y medicamentos se han agravados; o como la corrupción, que ha tocado las más altas esferas del gobierno y del Congreso.

La segunda, que podríamos llamar de anarquía multidimensional y que afecta procesos estratégicos como la “paz total”, que hoy nadie controla y por la que nadie responde; la política de sometimiento de la criminalidad urbana que ha permitido la aparición de múltiples bandas y estructuras criminales que cogobiernan barrios y ciudades; o la gobernanza que hoy se ha transformado en desgobierno e ineficiencia administrativa, pues tanto para el ejecutivo como para el Congreso parece que lo importante es la campaña del 2026. Y, en tercer lugar, podríamos hablar de la creciente “desconfianza institucional” que se expresa, por una parte, en los constantes reparos del Gobierno frente al Congreso, las Cortes y la oposición, a los que acusa de querer defenestrarlo y, por otra parte, del Congreso y la oposición frente al Gobierno, al que acusan de autoritarismo y de querer quedarse en el poder.

Para infortunio de los colombianos, lejos de contar con un liderazgo positivo (transformacional, servicial, inclusivo, basado en valores) y asertivo (respetuoso, constructivo, veraz y empático), lo que se observa en los actores políticos es un liderazgo negativo, que no le interesa fomentar una discusión racional, sino imponer un punto de vista único (autoritarismo), que promueven el mesianismo y el culto a la personalidad (narcisismo), que transforma al contradictor en enemigo (agresivo) y que deshumaniza, cosifica e instrumentaliza a los ciudadanos (manipulador) en función de los caprichos de un grupo o líder. Se trata de un liderazgo mezquino e insensato que pareciere no interesarle solucionar los problemas centrales del país, sino recuperar o mantenerse en el poder en el 2026. Un ejemplo fue la reforma laboral que, sin mayor discusión, fue hundida en una comisión del Senado y ante la audaz propuesta del presidente de convocar una consulta popular, que le permitió aumentar el índice de favorabilidad en las encuestas, fue nuevamente revivida -paradójicamente- en contra de los deseos del Gobierno, pues ya no le interesaba la reforma, sino la consulta, en la que vio una oportunidad para fortalecer su campaña para el 2026.

Únete a nuestro canal de WhatsApp
Reciba noticias de EU en Google News