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Columna

Rompiendo estigmas

“Crear espacios donde se valore la trayectoria y el conocimiento de las personas mayores permitirá aprovechar su potencial y construir una sociedad...”.

Elsy Domínguez De La Ossa

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A lo largo de la historia, las personas mayores han sido objeto de estigmas que afectan su participación en la sociedad. Producto de prejuicios culturales, y no de evidencia científica, se les asocia con la fragilidad y la dependencia, lo que ha generado discriminación y exclusión en diversos ámbitos.

Laura Carstensen, gerontóloga y directora del Stanford Center on Longevity, demostró que la inteligencia emocional y la capacidad de resolución de conflictos no solo se mantienen, sino que tienden a mejorar con la edad. Su teoría de la selectividad socioemocional explica que, al envejecer, las personas optimizan su tiempo y energía en relaciones significativas, lo que potencia su bienestar psicológico y su estabilidad emocional. Esto contradice la noción de que con el envejecimiento disminuye la capacidad de interacción social o la toma de decisiones acertadas.

Otro estigma extendido es la supuesta pérdida de productividad con la edad. Estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) subrayan que el envejecimiento activo -mantenerse física y mentalmente activo- es clave para una vida plena. En países como Japón, el concepto de ‘ikigai’ (propósito de vida) ha llevado a muchas personas mayores a seguir contribuyendo en ámbitos laborales, culturales y comunitarios. Además, numerosas investigaciones han demostrado que el compromiso con actividades significativas reduce el riesgo de enfermedades neurodegenerativas y mejora la calidad de vida.

La tecnología también se suma. Según el informe Ageing in the Digital Era, publicado por la Comisión Europea, cada vez más adultos mayores participan en el mundo digital, utilizan redes sociales, aprenden nuevas habilidades y emprenden negocios en línea. Esta integración en el entorno tecnológico desmonta la idea de que las personas mayores no pueden adaptarse a los cambios.

Cambiar estas percepciones requiere de un enfoque integral que involucra educación, legislación y transformación cultural. Es clave impulsar políticas inclusivas que protejan contra la discriminación por edad en el ámbito laboral, y fomentar programas de capacitación y empleo adaptados. Además, las iniciativas de mentoría, donde los mayores comparten su experiencia con los jóvenes, pueden generar una integración intergeneracional efectiva. Crear espacios donde se valore la trayectoria y el conocimiento de las personas mayores permitirá aprovechar su potencial y construir una sociedad más equitativa. De esta forma promovemos una comunidad en la que todas las generaciones puedan enriquecerse y desarrollarse plenamente.

Las opiniones aquí expresadas no comprometen a la UTB ni a sus directivos.

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