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Columna

Pedagogía del chancletazo

“En Colombia heredamos tenebrosos sistemas educativos europeos: disciplina autoritaria convencidos que, solo se aprendía, a través del sufrimiento…”.

HENRY VERGARA SAGBINI

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Soy uno de tantos enviados al mundo con déficit irreparable en las neuronas procesadoras de matemáticas: no pude memorizar cuanto es 7x8 y recuerdo, aún sudoroso, al profesor de Álgebra: - “Muchachos...” -se presentaba, tiza y borrador en mano cual pistolas a la usanza de vaqueros descritos por Marcial Lafuente Estefanía. - “No es amenaza, solo advertencia: el único que saca 5 soy yo, uno que otro 3, los demás se estrellarán. No es mi culpa, son reglas inamovibles”. Época lúgubre del ‘chancletazo pedagógico’ convencidos de que ‘letra y números con sangre y amenazas entran’.

Por desgracia aquellas predicciones inducían deserción escolar o cambio de colegio donde, logaritmos y ecuaciones trigonométricas, no fueran dioses del Olimpo. Por cierto, jamás pude entender para qué diablos sirve sacarle la raíz cuadrada al número Pi.

En Colombia heredamos tenebrosos sistemas educativos europeos: disciplina autoritaria convencidos que, solo se aprendía, a través del sufrimiento y autoritarismo, pulverizando pensamientos críticos, creatividad, inculcando semillas de violencia y baja autoestima. Por desgracia en gran parte de América Latina, la enseñanza aun privilegia la memorización secundada por obediencia-castigo importándoles un bledo las recomendaciones de María Montessori, Jean Piaget, Paulo Freile intentando desmontar la pedagogía del ‘chancletazo’, remplazándola por la del respeto, diálogo abierto, motivación, acompañamiento emocional, exorcizando temores en épocas donde el miedo es más poderoso que el amor, empatía y pasión que sucumbieron a punta de golpes, amenazas, humillaciones.

Pocos sobrevivieron al llamado ‘Siglo de Oro español (XVI-XVII), liderado por Juan de Mariana, quien recomendó castigos corporales para adquirir conocimientos significativos, metodología castradora, memorística, erradicando inventiva y creatividad del cerebro humano que, sea cual fuere raza o condición socio-económica, posee incalculable potencial. En Colombia, al aparecer las primeras luces libertarias, (1810-1819) promulgaron: ‘Educación: derecho republicano’, pero sin erradicar el autoritarismo, condensado en la rígida Urbanidad de Carreño. Los castigos físicos y mentales solo cambiaron de ropaje a sabiendas de que, insultos y amenazas poseen mayor fuerza destructora que cien chancletazos. De muy poco sirvió la ‘Educación activa y participativa’ de John Dewey: ‘Aprendiendo haciendo’, Montessori: Libertad@responsabilidad; Jean Piaget, ‘Etapas del desarrollo cognitivo’.

Lastimosamente en Colombia, sobre todo en territorios carcomidos por el abandono, la educación de calidad es aún utopía, menoscabando ‘Derechos del niño y pedagogía humanística’ (ONU, 1989), Ley 1098 de 2006: Código de Infancia y Adolescencia, prohibiendo crueldades en instituciones hediondas a Caín. Por todo esto y mucho más vienen bien las reflexiones de Confucio (551-479 a.C), ubicando a los Maestros en el sitial de Pacificadores del mundo: ‘La educación alimenta la confianza, la confianza alimenta la esperanza, la esperanza alimenta la Paz’. El que tenga alma, que oiga.

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