Si a todos los líderes del país —y me refiero a las fuerzas civiles y políticas existentes, incluidas las gremiales, sindicales, académicas, medios de comunicación, entre otras—, que representan al 70 % de la población colombiana en desacuerdo con la gestión y el estilo de gobierno del presidente Petro, les entregaran la comercialización de un producto tan legendario como la Coca-Cola, con 100 años de posicionamiento y ventas apoteósicas en el mundo entero; téngalo por seguro, estimado lector, que la quebrarían en cinco años.
¿Y por qué me atrevo a sugerir semejante sentencia? Porque, sencillamente, los representantes de ese 70 % de la población descontenta y atemorizada por el actuar del presidente jamás se han reunido ni han trazado una estrategia concertada y organizada para enfrentarlo. Es increíble: tenemos al país —como nunca antes— con el enorme riesgo de convertirse en otra Venezuela (incluyendo amenazas de asambleas constituyentes) y, aún así, cada líder sale por su lado con sus propias agendas y declaraciones con narrativas diferentes y hasta contradictorias, lo que diluye el impacto de cualquier mensaje que queramos posicionar. ¡Eso acabaría hasta a la Coca-Cola! ¡Es mercadeo de primaria!
Mientras tanto, Petro, muerto de la risa, tiene a ese 70 % del país —incluido el resto de los representantes de los poderes públicos— corriendo y viendo cómo cada quien responde por su cuenta a las maniobras, cortinas de humo, manipulaciones y estrategias milimétricamente articuladas. A Petro puedes acusarlo con todos los adjetivos que quieras, censurar su despelote de vida diaria, pero él tiene clarísimo su objetivo central, hacia dónde quiere dirigirse y qué necesita para lograrlo.
Por eso pregunto: ¿acaso no podemos contar con un líder capaz de reunir en una misma sala a las cincuenta personas que representen esas fuerzas políticas y sociales —independientemente de sus intereses e ideologías, incluidos los candidatos presidenciales en oposición— para que contraten a un experto en mercadeo político y arranquemos por lo menos con esa frase única —sencilla y contundente— que defina a Petro y que, a su vez, cualquier persona entienda sus verdaderas intenciones y el rumbo al que pretende llevarnos? Bastaría con un: “Petro, acabaste con el país y ahora quieres llevarnos hacia otra Venezuela”.
Esa frase única, repetida millones de veces por ese 70% del país amenazado, no tendría precio en la defensa de nuestra democracia. ¿No me crees? Pregúntale a la Coca-Cola.