Cartagena está de duelo. La ciudad entera ha sido estremecida por la infausta muerte de Alix Valeria González Ramírez, estudiante de séptimo semestre de Licenciatura en Ciencias Sociales con énfasis en Educación Ambiental en la centenaria Universidad de Cartagena, y docente comprometida en una institución educativa local.
Su partida repentina ha dejado a sus estudiantes sumidos en el desconcierto, llorando su ausencia sin poder comprender cómo alguien tan querida y en su etapa más fértil y luminosa, pudo irse sin decirles adiós. Alix fue víctima de motorizados que la interceptaron y, al arrebatarle el bolso, provocaron que cayera con violencia al pavimento. El golpe le causó un trauma craneoencefálico.
El hecho no solo ha causado profundo dolor, también una indignación generalizada. La comunidad académica, los sectores juveniles, las asociaciones ciudadanas y los medios de comunicación han expresado con vehemencia su repudio ante este acto brutal. Las redes sociales se han convertido en un clamor unificado: mensajes cargados de tristeza, rabia y solidaridad exigen justicia y rechazan la violencia que diariamente amenaza la vida de quienes, como Alix, representan la esperanza del país.
El rector de la Universidad de Cartagena, Willian Malkún, alzó su voz con autoridad y sentimiento en nombre del alma mater, pidiendo el esclarecimiento urgente de los hechos.
Los días en que Alix permaneció en la Unidad de Cuidados Intensivos estuvieron marcados por escenas profundamente conmovedoras. En la clínica y luego en el cementerio, se vivieron momentos de oración, abrazos sinceros, lágrimas compartidas y recuerdos imborrables. Cada gesto hablaba del amor que sembró en vida y del vacío inmenso que deja su ausencia.
Alix era la expresión del neouniversitario: una joven autónoma, luchadora, que combinaba el estudio con el trabajo, que creía en el poder del conocimiento, el valor del grupo, de los amigos y la construcción de un mundo más justo. Su trágico final no puede pasar inadvertido.
Que la historia de Alix Valeria no se diluya en el olvido. Que su legado inspire transformaciones reales, porque su muerte fue, sin duda, la gota que rebosó la copa. En su escuela y en su salón de la Universidad, sus sillas y sus escritorios están solos por su ausencia, en el primero permanecen sus crayolas y sus lápices con los que ayudaba a sus alumnos en sus trazos y líneas, y el segundo, allí permanece, extrañando su ausencia sin saber por qué.
Tu mami y toda tu familia estamos muy tristes por tu absurda partida, pero llenos de júbilo por tu amor, tu generosidad y tu comprensión de la vida. Eso nos ayuda a manejar tu ausencia.
¡Todo nuestro cariño, querida Alix!
*Licenciado en Ciencias Sociales.