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Columna

Sembrar para el largo plazo

“Si no pensamos y hacemos un país mejor desde y para nuestros niños y niñas, no tendremos paz en esta tierra. Esta tarea compete a todos...”.

RAÚL PANIAGUA BEDOYA

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De nuevo asistimos como sociedad a contemplar entre incrédulos, pesimistas y fatalistas, hechos aparentemente recientes que nos devuelven a décadas de horror, violencia e impunidad, que a su vez nos llevan a pensar en nuestro pasado y en especial a evidenciar que la historia se repite y como en un ciclo perverso, volvemos a ser testigos mudos de hechos que pensábamos que ya eran historia.

No es que hayamos regresado al sicariato ejecutado por menores de edad, pues esta forma perversa de ejercicio de la violencia y de dilución de los valores de una sociedad, se han mantenido, solo que ahora vuelve a aparecer sobre figuras públicas con gran impacto mediático, en parte azuzados por las redes sociales que no teníamos hace dos décadas. Se ha hecho, como en otras ocasiones, en espacios públicos y en medio de una multitud de personas, a plena luz del día y sin calcular los efectos inmediatos, excepto que en la reacción sería muerto, como en muchas otras ocasiones ha sucedido.

Este hecho, como el ambiente que se ha suscitado en el país, de una delicada confrontación verbal por motivos ideológicos, una Fuerza Pública que parece inerte o incapaz, unos cuerpos de seguridad que generan poca confianza, entre otra serie de circunstancias, han dado lugar a múltiples pronunciamientos, desde todas las orillas, que incluso han llevado a expresiones que también escuchamos en el pasado, como el de la Arquidiócesis de Bogotá, que afirma que la “...sociedad colombiana está acercándose a sus límites de tolerancia, que si se rompen pueden desembocar hasta en una guerra civil”.

Varios columnistas de este diario se han pronunciado, circula una carta abierta y muchos otros planteamientos sensatos y legítimos se han divulgado, pero creemos que se siguen reproduciendo las reacciones a las consecuencias, a los efectos visibles, pero muy poco a una de las causas básicas de nuestros problemas como sociedad. Esto es a esperar resultados rápidos sin realizar las acciones pertinentes, a pensar que las cosas cambiaran por sí solas, a creer que los llamados o gritos de alarma harán que este estado de cosas cambie.

Como sociedad tenemos que sembrar para el largo plazo, para la formación de las nuevas generaciones. Si no hay un trabajo consistente desde la primera infancia, por todo el país, en todos los sectores sociales, por todos los territorios, por todos los medios al alcance, no vamos nunca a tener un país decente y digno de sus hijos, y la estirpe de los Buendía seguirá viviendo otros cien años de soledad, seguiremos atónitos viendo cómo repetimos la historia, cómo somos incapaces de trascender a nuestra herencia de violencia, despojos, destierro y aniquilamiento del otro.

Si no pensamos y hacemos un país mejor desde y para nuestros niños y niñas, no tendremos paz en esta tierra. Esta tarea compete a todos, los que sensata y honestamente quieran que en efecto cambiemos como sociedad.

*Sociólogo.

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